Ondoko artikulua Sabin Salaberri Urrezko Zeledonak, abenduaren 2an emandako hitzaldia da, Jose Mardones Elkarteak antolatuta. Eskerrik asko, Sabin.
El artículo que viene a continuación es la conferencia que el Celedón de Oro Sabin Salaberri dio el pasado 2 de diciembre, en jornada organizada por la Asociación José Mardones. Eskerrik asko, Sabin.
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Arratsalde on, jaun andreok. Amigas, amigos, buenas tardes, muchas gracias por vuestra asistencia. Arabako pertsona ospetsu batek elkartzen gaitu gaur areto hontan. Nos reúne hoy aquí la memoria de un alavés ilustre, uno de nuestros alaveses más universales, pero, me temo, que mucho menos conocido de lo que realmente merece. Zoritxarrez, hemen Gasteizen bertan, asko eta asko daude José Mardones-i buruz ezertxo ere ez dakitenak. Nos disponemos a glosar la figura de nuestro gran cantante Mardones, casi desconocido incluso para los que habitan en la calle vitoriana que lleva su nombre.
Dotes, trabajo, talento
José Mardones fue una persona afortunada. Reunía
los factores que hacen brillar a todo personaje notorio en cualquier campo de
la actividad humana (política, empresa, arte, artesanía o deporte): dotes
naturales, trabajo y talento. De entrada, poseía una voz excepcional, robusta,
de sonoridad rotunda en los graves y de un timbre bello en todas las tesituras
vocales, desde el registro de bajo profundo hasta las regiones agudas, que
comprendían dominios baritonales, casi de tenor. Una voz que él, muy
profesional, se preocupó de formar y cultivar a lo largo de su vida, primero
con un aprendizaje serio, más adelante con un entrenamiento continuado y
constante. Con eso pudo ser un buen profesional; pero es que, además, gozó de
un talento artístico de nivel alto, que le permitía expresarse con exquisito
buen gusto, delicioso fraseo y perfecta dicción. Así es que lo reunía todo:
buena voz, mucho trabajo y talento.
Infancia y juventud
José García de Mardones nació el 14 de agosto de
1868 en Fontecha, Álava. Su padre, Gordiano García de Mardones Salazar,
labrador acomodado, tenía dos hermanas y un hermano sacerdote, Ceferino, que se
empeñó en que José siguiera la carrera sacerdotal. La madre de José, Juana
Ortiz de Pereda Angulo, de San Martín de Don en el Valle de Tobalina, falleció
cuando José tenía tres años. Fueron sus tías, que vivían en Briviesca, quienes
se ocuparon de su educación. Como consecuencia, la niñez de Mardones transcurrió
en temporadas entre Fontecha y Briviesca.
Ya desde niño destacó por la excepcional potencia
de su voz. No le dejaban cantar en la iglesia, porque tapaba el canto de los
demás feligreses.
En Briviesca, viviendo con sus tías, comenzó sus
estudios musicales, cantando como tiple en el coro de la Colegiata. El
organista le tenía en gran estima y le consideraba el mejor tiple que había
tenido: “Siempre fue formal, muy aplicado y muy inteligente”. Al cambiar de
voz, pasó directamente a la cuerda de los bajos en el mismo coro.
Impulsado por su tío Ceferino, ingresó en la
prefectura de Bergüenda y continuó estudios en el seminario de Vitoria y de
Burgos, donde afirmó su formación, cantando en los coros de estos centros. Pero
su excepcional voz potente de bajo determinó que dejara el seminario, para
dedicarse enteramente al canto.
Palencia. Madrid
A los 16 años ganó por concurso la plaza de
salmista en la catedral de Palencia; las normas exigían un mínimo de 18 años;
le fue concedida la plaza excepcionalmente por la calidad de su voz.
Tras cuatro años de sochantre en la catedral de
Palencia, Mardones decidió probar fortuna en Madrid. Al principio, según él
contaba, “las pasó muy negras”. Se ganaba la vida cantando en iglesias. Y
asistía a clases de música en el Conservatorio. Uno de sus profesores, de
visión certera, le dijo que no valía para cantar y le aconsejó que se dedicara
a otra cosa. Su informe le privó de una beca para estudiar en el extranjero. Entonces
pasó a estudiar en una academia de zarzuela.
Debutó en el teatrillo “Madrid moderno” con una
zarzuela del maestro Ruperto Chapí. Obtuvo elogios en el periódico “El País”.
El propio maestro Chapí lo escogió luego para el estreno de su ópera Circe.
Su debut en el País Vasco tuvo lugar en Vitoria
en junio de 1897. La compañía actuó durante varios días con zarzuelas de
Barbieri, Gaztambide, Chapí y Chueca. Mardones se ganó la simpatía del público
desde el primer momento. “El Anunciador vitoriano” comentaba: “Otro artista
alavés, el señor Mardones, fue interrumpido por los aplausos al oírle cantar
con arte, dando notas hermosísimas de bajo profundo que se oyen a pocos
artistas”.
Mardones se casó a los 22 años con Catalina Laredo, de Briviesca. Tuvieron dos hijos, José y Luisa. Él fue odontólogo en Burgos. Luisa cantaba muy bien y estudió piano con Juan Arámburu. Esperanza, hija de Luisa, fue una soprano de voz cálida y dulce, que dio varios recitales en Vitoria.
Perosi
El gran salto a la fama de Mardones se produjo de
la mano de Lorenzo Perosi, compositor italiano del grupo de la «Giovane
Scuola», entre los que se contaban Puccini, Mascagni, Leoncavallo, Giordano o
Cilea, grandes compositores de óperas. Perosi fue director de la Capilla
Sixtina; no compuso óperas, pero sí majestuosos oratorios. En 1907 decidió
representar en el Teatro Real de Madrid su oratorio Moisés, que requería
para el papel protagonista un bajo de características especiales. No le gustó
para el papel ninguno de los bajos del elenco del teatro. Alguien propuso
entonces: “Hay un muchacho que anda cantando por las iglesias, que tal vez…”
Era la voz que necesitaba por su volumen, su pastosidad y la igualdad del
sonido en su enorme extensión.
Mardones era buen solfeista; no le costó
aprenderse su papel bajo la sabia dirección del maestro Perosi. La
representación tuvo un éxito resonante y la prensa se deshizo en elogio, tanto
al compositor, como al bajo en el papel de Moisés. Perosi comentó a Mardones: “Tu
canto no es del todo perfecto, pero con unos pocos estudios en Italia darás
pronto lecciones a todos los bajos del mundo”.
La ópera
El triunfo le valió actuaciones en Lisboa,
Bilbao, Boston y Buenos Aires. Pero, siguiendo el consejo de Perosi, aprovechó
huecos, para recibir en Milán clases de canto y declamación.
En 1911 Arturo Toscanini lo llamó para cantar en
Roma la Misa de Réquiem de Verdi. No le resultó fácil, pues en Roma
preferían cantantes italianos. Pero triunfó. “La Tribuna”, periódico romano,
decía: “Ottimo sotto ogni riguardo il basso Mardones, dotato di una voce
possente, ben timbrata e di una intelligenza di artista assolutamente
superiore. Egli ha dato iersera una nova solenne prova della sua riconosciuta
valentía”.
El día 4 de septiembre de 1911 embarcó con
dirección a Boston, en los EEUU de América. Cantó durante tres temporadas,
hasta que el ciclo se interrumpió por la guerra mundial. Aprovechó la estancia
en los EEUU, para dar algunos recitales en Nueva York. Éstos le valieron un
contrato en el Metropolitan Opera House, como sucesor del mítico Feodor
Chaliapin, considerado el mejor bajo de todos los tiempos. No defraudó. Desde
1917, cantó durante once temporadas con los mejores cantantes de la época: Enrico
Caruso, Miguel Fleta, Beniamino Gigli, etc.
Caruso y Mardones fueron muy amigos y se llevaron
siempre muy bien. Los dos eran latinos, de talla y corpulencia corporal
similares y de voces de características muy parecidas. Mardones dijo en una
ocasión: “Una de las grandes emociones (de mi vida) fue cuando canté con Caruso
en La Habana. Era la última función de la temporada. Magnífico por todos los
aspectos, como gloriosa y reproductiva”. Caruso, por su parte, decía de
Mardones: “Cuando le miro, veo un demonio (por su caracterización de
Mefistófeles), pero cuando canta, oigo a un ángel”. Se dice que en una ocasión
apostaron a ver quién de los dos cantaba mejor el papel del otro; ganó Mardones,
que cantaba de tenor, mejor que Caruso de bajo.
También se llevó bien con Beniamino Gigli, que
dijo: “Mardones es un órgano humano”.
El regreso
En 1926 decide abandonar la ópera. Una afección de
garganta le forzó a dejar de actuar durante una temporada. Superada la
enfermedad, reaparece en 1928 ofreciendo una serie de conciertos en Vitoria,
Bilbao, San Sebastián, Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Oviedo, Santander
etc. Cuenta 60 años de edad y su voz es elogiada por Guridi, Turina, Moreno
Torroba, etc.
En mayo de 1928 recibió el nombramiento de “Hijo
Distinguido” de Fontecha. El 4 de agosto de ese mismo año, comienzo de las
fiestas de La Blanca, dio un recital en el Teatro Principal vitoriano. La
recaudación fue en parte para la iglesia de Fontecha y en parte para
establecimientos benéficos vitorianos. Después del concierto hubo una comida en
el Hotel Frontón, durante la cual el alcalde, Guillermo Montoya, le entregó un
pergamino del ayuntamiento, nombrándole “Hijo adoptivo” de Vitoria y otro
pergamino de la Diputación, como “Hijo ilustre de Álava”.
Falleció en Madrid el 4 de mayo de 1932.En 1993 los restos mortales de Mardones por resolución de la Diputación Foral de Álava fueron trasladados a su pueblo natal, Fontecha, e inhumados en el panteón que la Diputación hizo construir al efecto.
La persona
Mardones era de estatura media, buena planta,
robusto a tono con la rotundidad de su voz. Pelo abundante y bien peinado.
Porte distinguido, adquirido por su relación con otros artistas y personas
notables. Educado. Vestía con pulcritud, pero sin ostentaciones. Decía que “la
lana merina es la que peor traza tiene, pero la que más abriga”. Confesó a un
periodista madrileño en 1928: “Si viera usted lo contento que me pongo en mi
pueblo” ¡Cómo gozo allí, sin necesidad de ponerme corbata… ¡¡Qué bien se vive
sin remilgos ni etiquetas!”.
Nada jactancioso, era llano, afable, ocurrente,
de trato cordial y conversación amena, de risa franca y abierta. En los
períodos de vacaciones solía venir a Vitoria, Fontecha y Briviesca. Trataba a
sus paisanos con cordialidad y cariño. Se detenía a hablar con todos los que
encontraba por la calle. Asistía a los oficios religiosos, donde le gustaba
cantar. Después de misa, se quedaba en el pórtico de la iglesia. Los vecinos le
pedían que les contara cosas de América, donde los avances técnicos estaban tan
adelantados: ascensores en las casas etc.
Le gustaba pasear por el campo y participar en
las partidas de bolos y en partidos de pelota en el frontón de Zuazo. Y, por
supuesto, sentarse a comer o a merendar con los amigos. Los tenía en Caicedo
Yuso, Salinas de Añana, Paul, Subijana Morillas, Zuazo de Cuartango etc.
No se hacía rogar, cuando le pedían una canción.
En la ventana de su casa o sentado en el ribazo de cualquier camino, Mardones
se ponía a cantar sorprendiendo a los vecinos con aquella voz portentosa que
alteraba la tranquilidad del campo. Roque Pérez del Palomar, que después sería
conserje en el Museo de Bellas Artes y en el Palacio de la Provincia, le
comentó en cierta ocasión: “Cómo ensanchaba hoy los pulmones en la ventana,
¿eh, don José?”. Y él respondió: “¡Cómo! ¡Si he estado en Arbígano, en el
monte!”. Su voz llegaba desde el monte como si cantara allá al lado.
Generoso, pero sin despilfarrar, estaba siempre
dispuesto a hacer favores. Colaboró en favor de la Protección al Trabajo de la
Mujer, por lo que la Unión de Damas Españolas se refería a él como “el buenazo
de Mardones”. En el verano de 1916 costeó la construcción de un frontón en
Fontecha. La recaudación de su recital en el Teatro Principal vitoriano en mayo
de 1928 fue en parte para la iglesia de Fontecha y en parte para establecimientos
benéficos vitorianos.
Mardones siempre mostró un gran afecto a su
tierra. En una entrevista recién llegado de los EEUU decía: “Se empeñaron en
hacerme valenciano, catalán o navarro, a lo que yo siempre contesté: yo soy, he
sido y seré únicamente alavés y de Fontecha, que es para donde salgo mañana a
fin de tirar allí con mis viejos paisanos una bolada y echar un traguillo”. En
agosto de 1928 declaró al periódico “La Libertad”: “Sintiendo hondamente en
todo lugar y en todo momento el cariño puro y sincero hacia nuestra tierra y
nuestras cosas…siempre he tenido afectos del corazón para mi Álava querida,
para sus valles, para sus montañas…me entrego en cuerpo y alma para convivir
unas horas en la dulce paz que aquí se respira al lado de mis amigos y entre
los brazos de mis paisanos”.
“El mejor bajo del mundo”
En “El noticiero sevillano” se podía leer en
1908: “Mardones…(cuando) canta a media voz el repertorio agudo, es sencillamente
portentoso y brillante. En la cuerda media su voz tiene sonoridades de órgano;
los graves son llenos y profundos. Hace muchos años que no oíamos una voz tan
igual, tan pastosa, tan bella. La dicción es clara y constante; el fraseo
mesurado…”
El “Liberal de Sevilla” escribió a su vez: “La
voz del señor Mardones es de las difíciles de encontrar por la belleza del
timbre, la limpieza del sonido y la pastosidad y redondez del volumen. La
extensión es más que sobrada para afrontar las partituras de óperas del
repertorio antiguo y moderno… Emite la voz muy bien y con prodigiosa facilidad.
La impostación es exacta…La vocalización es limpia y la expresión convincente…
Tan pronto como se haga oír sobre escenarios de un par de teatros de primer
orden, será indudablemente uno de los bajos más solicitados y que obtengan
mejores pagos”. Esto lo decía en 1908; la profecía (bastante diferente a la
emitida por aquel “experto” profesor del conservatorio de Madrid) se cumplió
tres años más tarde en Norteamérica, donde Mardones triunfó de forma
espectacular.
Resumiremos algunos de los comentarios elogiosos
que mereció Mardones. La prensa de Sevilla señalaba en 1908 “la limpieza del
sonido y la pastosidad y redondez del volumen. Emite la voz muy bien y con
prodigiosa facilidad. La impostación es exacta. La vocalización es limpia”.
Más arriba hemos expuesto la opinión que aparecía
en “La Tribuna” de Roma en 1911. “Excelente en todos los aspectos el bajo
Mardones, dotado de una voz potente, bien timbrada y con una inteligencia
artística absolutamente superior. Ayer por la noche dio una nueva prueba
solemne de su reconocido valor”.
El diario norteamericano “The News” del día 27 de
julio de 1916 decía: “Mardones…artista por naturaleza, con voz vigorosa y
potente… es el mejor bajo del mundo”. Días después, un periódico de San
Francisco escribía: “Mardones tiene una voz, que Dios da una vez en un siglo...
Es todo voz. Canta con tanta facilidad como un tenor, y esa voz que él domina
como un artista, está llena de una dulzura que rara vez pertenece a un registro
de bajo”.
El diario “La Noche” de La Habana decía en junio
de 1920: “Posee una de las más bellas voces de bajo que se conocen… Su voz es
amplia, extensa, bien timbrada, fresca, homogénea. Es, además, un verdadero
artista: emite bien, su dicción es correcta, su frase vigorosa y grata, siempre
en relación íntima con la expresión musical y la situación”.”.
El 19 de marzo de 1928 cantó en el Liceo de
Barcelona, que en esos momentos acogía la Exposición Universal. “La Vanguardia”
sentenció: “Mardones posee una voz robusta, de notas redondas y bellas en las
profundidades del grave y de timbre no menos bello y potente en las regiones
agudas, que comprenden los dominios de un barítono. Y, tanto como la voz,
sorprende y maravilla de Mardones el buen gusto de cantante, el exquisito
fraseo, la purísima dicción”:
Tras una actuación en Madrid, Joaquín Turina
escribió en “El debate” el 18 de octubre de 1928: “José Mardones es un
formidable artista. Su voz magnífica y timbrada tiene la extensión de aquellos
bajos de otro tiempo. Anoche le oímos desde el mi bemol grave hasta el sol
agudo. Canta sin rebuscamientos...Se impone de una manera tan natural, tiene
tal autoridad en sus interpretaciones, que se siente el deseo de escucharle una
de esas óperas, que tanto han hecho brillar su nombre… Mardones, gran artista y
hombre bueno, cuya primera virtud es una modestia increíble.”.
El “Heraldo de Madrid” habló de la figura noble y
venerable del gran José Mardones, el primer bajo del mundo”.
Tras su recital del 4 de agosto de 1928 en el
Teatro Principal, José Uruñuela comentó en el diario “La Libertad” de Vitoria:
“La voz de Mardones, potente y sonora, ágil y flexible, provista de color y
matiz, posee como una de sus excepcionales características un ámbito
extensísimo. Lo mismo sostiene con naturalidad una nota grave y densa como se
dilata por la tesitura del tenor y con un timbre uniforme alcanza en ella alturas
impropias de su cuerda. Pero a todo ello hay que agregar un gusto y una técnica
personal… Mardones es un artista. Hace sentir. Es patrimonio de muy pocos”.
Siguieron recitales por toda España. En febrero
de 1929 “La Voz de Valencia” y “El noticiero de Zaragoza” alababan la
excepcional calidad de la voz de un bajo de 60 años, que, desde el mi bemol
grave con resonancias de contrabajo de órgano hasta el inverosímil la bemol
agudo de los mejores barítonos, lucía un bellísimo timbre de voz con igualdad impecable
en toda la pauta.
Muchos años más tarde Jerome Hines comentaba en 1993 en una emisión de FM de Nueva York: "Probablemente, la más fenomenal voz entre los bajos sea Mardones. Un tremendo instrumento vocal"
BIDEO AUDIO
José Mardones
Bein batian Loyolan (Indalezio Bizkarrondo "Bilintx")
Muy interesante.
ResponderEliminarMuy interesante
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEn este enlace a la página de "breve historia del canto en España" se puede leer: "Hablar de bajos en España es hacerlo, por un lado, del alavés José Mardones, de gran reputación internacional, y, por otro, de todos los demás".
ResponderEliminarhttps://www.melomanodigital.com/breve-historia-del-canto-en-espana/