sábado, 22 de octubre de 2022

HISTORIAS DE MUSICOS Y PELOTARIS

 


Sabin Salaberri Urrezko Zeledonak bere ekarpen berri bat bidali digu. Oraingoan pilota du berbagai, musikarekin lotuta egon diren zenbait pilotariren erreferentziekin. Beti lez, Sabinek maisutasuna erakusten du bere azalpenean,  Noski, bera ere, musikari handi bat ez ezik pilotari bikaina dugu, oraindik ere. 

No son muchas las referencias que relacionen la música con el juego de la pelota. Ambas actividades parecen encontrarse en las antípodas. La práctica instrumental exige una sutil delicadeza de manos y dedos al pianista, al violinista y a todos los que tañen un instrumento musical. Por lo que tiene prohibido jugar a la pelota, pues el impacto de una bola dura y que llega a gran velocidad es demoledor para las arterias y articulaciones de las manos.

No hay incompatibilidad, en cambio, cuando el pelotari practica una modalidad musical, que no exige una especial delicadeza de manos y dedos. Hay cantantes con afición a la pelota, como José Mardones, al que le gustaba este juego: lo practicó en su niñez y, de adulto, aprovechaba sus vacaciones en Fontecha para acudir a partidos en el frontón de Zuazo. Y hay pelotaris, como  “Zurdo de Mondragón, que cantaba con entusiasmo y voz timbrada de bajo-barítono en el coro parroquial de

Zurdo de Mondragón
Arrasate. Recuerdo su figura altiva en las filas del Orfeón Bergarés, con la partitura en una de sus callosas manos (derecha o izquierda indistintamente) y la otra mano descansando bajo el cinto entre la camisa y el pantalón. También cantaba en un coro parroquial y mostraba opiniones muy personales acerca de la música de iglesia Andrés Juaristi, “Sustarra”, pelotari de Azkoitia, que mantuvo en Lekeitio la jugosa conversación con Vicente Goikoetxea, que transcribiremos más adelante, al hablar del compositor. Mención especial merece Pampi Ladutxe, hábil rematador en la cancha y “abeslari” de notable buen gusto fuera de ella.  Además de prodigarse cantando en público, dejó grabados dos álbumes memorables: “Aitari”con nueve canciones en 1995 y “Orhoit”con once canciones en 2012; algunas tan hermosas como “Xalbadorren heriotzean” y “Azkaine maitea”.


Menos frecuente es el caso de pelotaris que, al mismo tiempo, sean buenos ejecutantes de un instrumento musical.Un ejemplo actual es el de Julen Martija, que tuvo que abandonar sus estudios musicales en quinto de piano, para poder dedicarse profesionalmente a la pelota.

Para el recuerdo queda la figura de Miguel Soroa, reverenciado en la cancha y fuera de ella, dueño de “una zurda maravillosa y sin parangón en elegancia”,“beti gizon eta kantxan jaun” (1) según Ander Letamendia. Tocaba bien el acordeón y, en su juventud hasta entregarse de lleno al frontón, se dedicó a actuar en las fiestas de los pueblos. Se labró un nombre en el mundo de la música popular y la música retrasó su llegada al mundo de la mano profesional, pues debutó con 25 años. En sus tiempos de acordeonista y también después en plena actividad deportiva, fue organista en la iglesia de su pueblo, Elduain.

Modelo parecido es el de Josemari Larrañaga“Txortena apaiza”, hijo y sobrino de los hermanos Larrañaga "Txortena", pelotaris profesionales de Zumaia. En el Seminario Diocesano de Vitoria coincidí con él en las clases de piano de don Tomás Echávarri. Josemari jugaba a la pelota con solvencia, incluso con profesionales. Por ello tenía unas manos callosas y unos dedos deformados. Pero consiguió tocar decentemente el piano y cumplir como organista en las parroquias que regentó.

No fue ni el primer caso ni el último de sacerdotes aficionados al juego de la pelota. En toda la zona “pelotazale” los sacerdotes han sido sumamente aficionados a la pelota, tanto a verla como a jugarla. En Euskal Herria era costumbre que muchos de los curas de las diferentes localidades fueran público obligado en los partidos que, después de misa mayor, se disputaban en la plaza del pueblo. Teniendo en cuenta que en muchos casos se trataba de defender el orgullo del pueblo contra el vecino, y que al cura le tocaba ejercer de juez, parece normal que la presencia obligada entre el público le acabara llevando a esta figura a pie de cancha. No sólo eso, sino que muchas veces era el mismo cura quien participaba en la lid. Era de lo más normal el contemplar un partido de pelota entre aldeanos y curas. Algunos curas destacaron por su destreza. A veces se hicieron famosos con su saque. Restador estupendo fue Zenón Echaide de Aranaz, que llegó a ser chantre de la Real Capilla en Madrid; como “Zurdo” y “Sustarra”, supo congeniar su habilidad de pelotari con su profesión de cantor.

A Vicente Goikoetxea le gustaba el juego de pelota. Verlo, no jugar, claro está. De niño jugaría sin duda en el “kontzejupe”, enfrente de su casa en la plaza de Aramaio. De mayor ya no podía practicar el juego, pero sí presenciar partidos. Recogemos una interesante anécdota, narrada por J. Izurrategi en “Azkoitia, 1950”.

“Eran los años (en los) que se había instaurado nuevamente el canto gregoriano, llamado aquí “Liburu aundiko cantue”. Dos destacados pelotaris de Azkoitia jugaban un partido difícil y competido contra otra pareja en el frontón de Lekeitio por las fiestas de San Antolín. El juego desarrollado por la pareja azkotiana debió (de)ser de lo más espectacular e impresionante debido principalmente a nuestro delantero (“Sustarra I”) quien por su chispeante ingenio y jugadas desconcertantes desbarataba al mayor enemigo. Lograron la igualada a veintiún tantos y, entre ensordecedor griterío y ovación estruendosa, ganaron el partido. A la salida un sacerdote acompañado por otro seglar esperaba al delantero azkoitiano para darle la más entusiasta enhorabuena. El sacerdote era el más eminente compositor de estos últimos tiempos: D. Vicente Goicoechea. Él, que fue adalid de la reforma musical, no perdió ocasión para decirle a nuestro pelotari, que se había enterado que en Azkoitia también habían comenzado por el buen camino del arte sagrado. Nuestro pelotari, pasando su mano derecha de arriba abajo por la nariz, le contestó:

-        Nun?Azkoitin? Nai nuke jakin, zein dan musikaberri ori asmatu duena!

-        Zer ba? – le dijo Goicoechea – Zer egingo zenduke?

-        Zer egin? Oso osorik artu et itxasora botako nuke.

-        Ez, Andrés, ikusiko dozu oraindik nola gustatuko zazun. Itz egingo dogu beste tarte batean. Zorionak orain eta beste bat arte. (2)

Así es, yo que soy testigo de mayor excepción de este caso, puedo afirmar que el popular pelotari y asiduo cantor de la parroquia es el ejemplo viviente de tal profecía, uno de los más entusiastas de la buena música” 

Julio Valdés, sobrino de Vicente Goikoetxea, fue un compositor religioso de formación sólida e inspiración exquisita. Estudié con él Armonía en el Seminario de Vitoria. No le gustaba el futbol. De criterios morales muy rígidos, consideraba impúdico y rechazable que los seminaristas jugaran en “meyba”. En cambio, le gustaba, como a su tío, el juego de pelota; quizás porque los pelotaris lucían una vestimenta decente y honesta, como él consideraba que debía vestirse un deportista.

Mantuve con don Julio una relación entrañable; no en vano su madre, Ángela, era de Aramaio y amiga personal de mi abuela Generosa. Me contó que, allá por los años cincuenta del siglo pasado, propuso al ayuntamiento de Aramaio la construcción de un frontón, para el que, de entrada, ofrecía generosamente una aportación económica muy estimable. Su propuesta no se llevó a efecto por causas, que no es momento de comentar. Entonces don Julio pidió al ayuntamiento, que destinaran la cantidad aportada por él a las obras que estaban a punto de comenzar en la iglesia parroquial.

Juan de Irigoyen (margoa)

Juan Irigoyen Gerrikabeitia, de Bergara, fue un personaje curioso e interesante. De gran erudición, Doctor en Filosofía y Letras, miembro del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, miembro asimismo de Eusko Ikaskuntza, en 1924 era redactor jefe del periódico Excelsior y, más tarde y hasta su muerte, cronista de pelota y crítico musical en la Gaceta del Norte. Como redactor y creador de opinión en ambos apartados, resume perfectamente la simbiosis existente entre el gusto por la música y la afición a la pelota.

Fue montañero, navegante, pelotari y un más que aceptable cicloturista. Se definía a sí mismo “como un tanto arlote, extraño a profesión política, un poco montaraz, pelotari, vagabundo del mar, diletante de cosas raras y para colmo de excentricidades archivero, bibliotecario y arqueólogo”. Estuvo un tiempo en Palencia preparando su tesis doctoral sobre Alfonso de Berruguete. “Allí me entregué al sport, me tomaban por un loco, no hubo pueblo que hubiese algo parecido a un frontón, que no jugase. También la bicicleta; iba y venía con frecuencia a Burgos, Valladolid, Segovia. Una vez de Palencia me vine a Bilbao yo solito”. Dada su gran envergadura, sus amigotes le gastaban bromas: “¡Agáchate, que das en los alambres! ¡Pobre bici!” Él, de buen carácter y un tanto socarrón, aceptaba estoicamente los comentarios.

Su afición deportiva prevalente era la pelota. En su momento una pareja famosa en el frontón Euskalduna, cuna de la pala en Bilbao, era la formada por Juan Irigoyen y Barturen. Destacaba el tamaño descomunal de Juan frente a Barturen, más menudito. Los recoge en los periódicos una bella caricatura de “Beko”.

Pero Juan de Irigoyen no ha pasado al recuerdo por sus hazañas deportivas, sino por sus excelentes dotes de escritor. En Excelsior y La Gaceta del Norte escribió artículos acerca de los temas más variados: música, pelota, náutica, costumbrismo social, historia, pájaros cantores. En el año 1926 publicó el libro Pelota Vasca, donde traza semblanzas de los pelotaris famosos del momento, añadiendo con una rigurosidad y sabiduría admirables un minucioso y detallado análisis del juego y características del jugador.

Terminamos con una historieta que contaba con humor el propio Irigoyen. Paseando un día por el monte por los alrededores de Bergara, se topó con un aldeano, al que se le había entorcado el carro de bueyes en un charco del camino. Juan se dirigió a él:

-        “Ik idiak xurgatu, nik gurdia gurpilaren ondotik altxatzen dudan bitartean” (3)

Así lo hicieron y el carro salió del barrizal. El carretero, sorprendido y agradecido exclamó.

-        “Entzunda neukan ez dagoela animalia aundi bat txarra danik” (3)


                                                                                                                          

(1) Siempre caballero y en la cancha señor

(2) ¿Dónde? ¿En Azkoitia? Quisiera saber yo quién ha inventado esa nueva música

- ¿Qué pues? – le dijo Goikoetxea- ¿Qué harías?

- ¿Qué haría? Le cogería tal cual y le echaría al mar

- No, Andrés; verás como pronto te gustará. Hablaremos en otra ocasión. Felicidades y hasta pronto.

(3) - Tú azuza a los bueyes, mientras yo levanto el carro a la altura de la rueda

- Ya había oído alguna vez que no hay animal grande que sea malo

Testua: Sabin Salaberri

Argazkiak: JMVM, Bilboko Euskal Museoa


2 comentarios:

  1. Amigo Sabin con lo que sabes de música y de pelota creo que te has dejado en el tintero a Panpi Laduche, gran pelotari y gran cantante en especial en defensa del euskera

    ResponderEliminar