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lunes, 26 de noviembre de 2018

FERRERIAS Y HERREROS EN ARAMAIO, XVIII.


“Celedón” aldizkariak ehun urte beteko zituen 2018an, eta efemerideak gonbidatzen gaitu osteratxo bat egitera agerkariaren orrialdeetatik. Bertan, gaurko nire ekarpen honetara eraman gaituen idazkia aurkitu dut, 1976an Micaela Portilla ikerle ezagunak argitaratua.  “Ferrerías y herreros de Aramayona y Villarreal” tiulupean deskribatu zuen Portillak XVIII. mendeko zenbait olaren nondik norakoa. Artikulu horrek, bestalde, nik nire blogean 2014an publikatutako beste batera eraman nau, gai berdintsua eta, gainera, loturarekin Untzellako maistra ohiak azaldutakoarekin. 

La revista Celedón habría cumplido este año 2018 un siglo de vida, y aprovechando la efeméride me he sumergido en las páginas de la publicación y he dado con un artículo escrito en 1976 por la investigadora alavesa Micaela Portilla. Bajo el título “Ferrerías y herreros de Aramayona y Villarreal” Portilla describe la situación del sector metalúrgico en aquellas localidades alavesas durante el siglo XVIII. Ese escrito me ha llevado hasta otro que yo publiqué en mi blog “Hots begi danbolinak” en 2014, precisamente relacionado con lo tratado por quien fue maestra del barrio de Untzella (Aramaio)

Voy a transcribir algunas de las consideraciones de Micaela, y al final pongo el link a mi artículo en el blog. 

“Datan estas noticias de fines del siglo XVIII, apenas mediado el siglo, en 1760, con el geógrafo Tomás López, a su vuelta de París donde había emprendido la tarea de publicar un Atlas Geográfico de España, “con noticias de los naturales” de las comarcas representadas.

Dos cartas llenas de interés, datadas e 1786, remitidas al geógrafo por el cura de Aramayona Don Domingo e Uribarren, llevan las fechas de 27 de enero y 7 de abril. En ellas quedan valiosas noticias referentes a la vida económica del valle, diluídas entre otros muchos datos curiosos. Habla, en efecto, Don Domingo, de tres ferrerías situadas en Aramayona: dos trabajaban en Olaeta y una tercera aprovechaba las aguas del arroyo que discurre entre Uncella y barajuen; las de Olaeta eran propiedad del Conde de MOrtada, sucesor de los Múgica-Butrón señores del Valle desde el medioveo; de la otra no se dice a quién pertenecía. 

Pero la noticia más curiosa transmitida por el cura de Aramayona es la referente a los herreros del Valle. Según dice en su carta, trabajaban en él “veinte y siete fraguas de fábrica de herraje” dedicadas especialmente a la elaboración de herraduras “hachas, azadas, bigornias, hinques, púas y todo género de herramientas de labranza y fábrica” Parece ser que la venta no era tan próspera como los herreros podían desear. Por eso pedía al geógrafo Don Domingo de Uribarren que hiciera lo posible por que la producción de Aramayona se diera a conocer en “El Correo Mercantil” a fin de dar salida a mayor escala a esta industria alavesa. 

El 22 de julio de 11799 otro cura de Aramayona, Don pedro Antonio de Mázmela, escribía de nuevo a Tomás López. Repetía la noticia de la elaboración de herrajes y piezas e indicaba los precios, con la nueva petición de que todo ello figurara en “El Correo Mercantil” para que “los fabricantes de ellas puedan mantenerse con esta industria generalmente necesaria a la agricultura y el comercio del Reino” Tanto Don Domingo como Don Pedro eran personas desprendidas. Ninguno quería que se citase su nombre en el prólogo de la obra que el geógrafo preparaba; sólo deseaban con sus respuestas, segñun carta de Don Domingo, “contribuir en lo que se pueda a la ilustración de la patria y nación” 

Da la casualidad de que mi escrito en el blog que vengo publicando estos últimos años y que recoge aspectos culturales del Valle de Aramaio y de Mondragón, daba cuenta de lo que el 23 de diciembre de 1799 había publicado “El Correo Mercantil de España y sus Indias” acerca de la industria del hierro en Aramaio. Es decir, los dos curas habían conseguido su propósito. El que quiera proseguir la lectura, encontrará mi escrito en el blog:


Testua: Josemari Velez de Mendizabal
Aramaioko argazkia: Gerardo Lopez de Guereñu 

lunes, 1 de octubre de 2018

UN PERIÓDICO CIRCUNSTANCIAL


Eduardo Valle Pinedo ikerlaria berriz ere agertzen zaigu gure txoko honetan, oraingoan efemeride berri batekin. Celedon aldizkariak ehun urte betetzen ditu aurten eta mendeurrenak gure blogean tokitxo bat eduki behar zuela iruditu zaio. Egileak dioen moduan, Celedon agerkariak bere mugarria du Arabako prentsa idatzian eta egun publikatzen ez den arren, oraindik ere ikerlari eta irakurzale askok erabiltzen du, goi mailako kolaboratzaile ugarik hartan idatzitako gai mamitsuen bila.

Este año se cumple el centenario del estreno del pasacalle Celedón. Pero no hay que olvidar que con ese mismo título hubo una publicación, vitoriana a más no poder, que también vio la luz en 1918. 

Celedón se definía y se anunciaba como un “Periódico circunstancial de fiestas” porque estaba ideado para publicarse sólo cuando llegaban las fiestas de la Virgen Blanca. El padre de la criatura fue Guillermo Sancho Gorrochano, nacido en Velada (Toledo) y enamorado de nuestra ciudad, en la que estableció su residencia y donde dejó impresa toda su obra. Cualquiera que consulte su nombre en Auñamendi Eusko Entziklopedia leerá: «Escritor alavés». Y no puede ser de otra manera ya que su obra literaria estuvo centrada, casi al cien por cien, en Vitoria y sus alrededores. Hombre de prosa ágil, destacó también por su verso fácil, lleno de chispa y gracejo. Esa habilidad para la rima quedó plasmada en multitud de poemas, algunos más seriosy otros más simpáticos y desenfadados. 

El día dos de agosto de 1918 el diario La Libertad informaba de la inminente publicación de Celedón, al tiempo que relacionaba algunas de las prestigiosas firmas que colaborarían en ese primer número: Eulogio Serdán, José Ortega Munilla, José Colá y Goiti, Ángel Eguileta…También se indicaba que la tirada iba a ser enorme «a pesar de la carestía del papel». 

El domingo cuatro de agosto salió a la calle la nueva revista, confeccionada por los cajistas de La Libertad y editada en la Imprenta Vitoriana, la que radicó en el primitivo número 53 de la calle Dato. El ejemplar constaba de doce páginas y su precio era de 10 céntimos, aunque para los suscriptores del diario antes citado resultó gratis. 

El estreno del “periódico circunstancial” fue un auténtico éxito, lo que animó a don Guillermo a continuar en los años sucesivos.Y así fue hasta 1936, año en el que dejó de publicarse dada la situación creada por la guerra civil. Hubo que esperar hasta 1946 para que volviera a los quioscos y librerías con regularidad, aunque de forma excepcional reapareció en 1939 con una edición compuesta por una buena parte del contenido original preparado para el año del estallido de la guerra. Como curiosidad, mientras algunos versos originales aparecen censurados, sorprende que se “colara” algún nombre de calle que había sido suprimido al comenzar la contienda.

Tras el fallecimiento de Guillermo Sancho en 1942, la época de posguerra trajo el cambio en la dirección de Celedón, aunque dicha tarea siempre ha sido desempeñada por descendientes del fundador.Lo que permaneció invariable fue el alto nivel de los colaboradores y la temática, siempre centrada en las cosas de nuestra tierra. 

Pero hay una aportación de esta revista a nuestro folklore que merece capítulo aparte: el haber sido soporte material para la representación gráfica de Celedón, el personaje símbolo de nuestras fiestas. En efecto, desde 1917 la única referencia visual que existía del antiguo y popular vecino de la calle Zapatería era la figura del cabezudo —bastante feo y desaliñado, en mi opinión— que con sus colegas de cabeza grande y con los gigantes formaba parte de la comparsa que salió por primera vez a las calles en ese año.Fue en 1923 cuando el gran pintor y dibujante Obdulio López de Uralde incluyó en el número seis de la publicación unas viñetas donde plasmó su idea y la de Guillermo Sancho acerca del aspecto que debiera tener el bueno de Celedón y que es, con ligeros cambios, el que hoy conocemos. Y además lo dibujó llegando a Vitoria «procedente de la gloria», toda una declaración de principios que se convertiría 34 años más tarde en la “bajada” del muñeco desde los cielos. 

Muchos vitorianos y vitorianas de diferentes épocas convirtieron la adquisición del correspondiente ejemplar de Celedón en un trámite inexcusable al llegar las festividades agosteñas. Sus textos, sus fotografías y hasta sus anuncios de elegantes comercios o humildes tascas son un relato de la intrahistoria de nuestra ciudad y referencia obligada para quien quiera conocerla. 

En 2012 salió a la venta el número 93 bajo la dirección de Eduardo Suso. No hubo número 94 y desde entonces se le echa en falta.

                                                           Testua eta argazkiak: Eduardo Valle Pinedo