lunes, 1 de octubre de 2018

UN PERIÓDICO CIRCUNSTANCIAL


Eduardo Valle Pinedo ikerlaria berriz ere agertzen zaigu gure txoko honetan, oraingoan efemeride berri batekin. Celedon aldizkariak ehun urte betetzen ditu aurten eta mendeurrenak gure blogean tokitxo bat eduki behar zuela iruditu zaio. Egileak dioen moduan, Celedon agerkariak bere mugarria du Arabako prentsa idatzian eta egun publikatzen ez den arren, oraindik ere ikerlari eta irakurzale askok erabiltzen du, goi mailako kolaboratzaile ugarik hartan idatzitako gai mamitsuen bila.

Este año se cumple el centenario del estreno del pasacalle Celedón. Pero no hay que olvidar que con ese mismo título hubo una publicación, vitoriana a más no poder, que también vio la luz en 1918. 

Celedón se definía y se anunciaba como un “Periódico circunstancial de fiestas” porque estaba ideado para publicarse sólo cuando llegaban las fiestas de la Virgen Blanca. El padre de la criatura fue Guillermo Sancho Gorrochano, nacido en Velada (Toledo) y enamorado de nuestra ciudad, en la que estableció su residencia y donde dejó impresa toda su obra. Cualquiera que consulte su nombre en Auñamendi Eusko Entziklopedia leerá: «Escritor alavés». Y no puede ser de otra manera ya que su obra literaria estuvo centrada, casi al cien por cien, en Vitoria y sus alrededores. Hombre de prosa ágil, destacó también por su verso fácil, lleno de chispa y gracejo. Esa habilidad para la rima quedó plasmada en multitud de poemas, algunos más seriosy otros más simpáticos y desenfadados. 

El día dos de agosto de 1918 el diario La Libertad informaba de la inminente publicación de Celedón, al tiempo que relacionaba algunas de las prestigiosas firmas que colaborarían en ese primer número: Eulogio Serdán, José Ortega Munilla, José Colá y Goiti, Ángel Eguileta…También se indicaba que la tirada iba a ser enorme «a pesar de la carestía del papel». 

El domingo cuatro de agosto salió a la calle la nueva revista, confeccionada por los cajistas de La Libertad y editada en la Imprenta Vitoriana, la que radicó en el primitivo número 53 de la calle Dato. El ejemplar constaba de doce páginas y su precio era de 10 céntimos, aunque para los suscriptores del diario antes citado resultó gratis. 

El estreno del “periódico circunstancial” fue un auténtico éxito, lo que animó a don Guillermo a continuar en los años sucesivos.Y así fue hasta 1936, año en el que dejó de publicarse dada la situación creada por la guerra civil. Hubo que esperar hasta 1946 para que volviera a los quioscos y librerías con regularidad, aunque de forma excepcional reapareció en 1939 con una edición compuesta por una buena parte del contenido original preparado para el año del estallido de la guerra. Como curiosidad, mientras algunos versos originales aparecen censurados, sorprende que se “colara” algún nombre de calle que había sido suprimido al comenzar la contienda.

Tras el fallecimiento de Guillermo Sancho en 1942, la época de posguerra trajo el cambio en la dirección de Celedón, aunque dicha tarea siempre ha sido desempeñada por descendientes del fundador.Lo que permaneció invariable fue el alto nivel de los colaboradores y la temática, siempre centrada en las cosas de nuestra tierra. 

Pero hay una aportación de esta revista a nuestro folklore que merece capítulo aparte: el haber sido soporte material para la representación gráfica de Celedón, el personaje símbolo de nuestras fiestas. En efecto, desde 1917 la única referencia visual que existía del antiguo y popular vecino de la calle Zapatería era la figura del cabezudo —bastante feo y desaliñado, en mi opinión— que con sus colegas de cabeza grande y con los gigantes formaba parte de la comparsa que salió por primera vez a las calles en ese año.Fue en 1923 cuando el gran pintor y dibujante Obdulio López de Uralde incluyó en el número seis de la publicación unas viñetas donde plasmó su idea y la de Guillermo Sancho acerca del aspecto que debiera tener el bueno de Celedón y que es, con ligeros cambios, el que hoy conocemos. Y además lo dibujó llegando a Vitoria «procedente de la gloria», toda una declaración de principios que se convertiría 34 años más tarde en la “bajada” del muñeco desde los cielos. 

Muchos vitorianos y vitorianas de diferentes épocas convirtieron la adquisición del correspondiente ejemplar de Celedón en un trámite inexcusable al llegar las festividades agosteñas. Sus textos, sus fotografías y hasta sus anuncios de elegantes comercios o humildes tascas son un relato de la intrahistoria de nuestra ciudad y referencia obligada para quien quiera conocerla. 

En 2012 salió a la venta el número 93 bajo la dirección de Eduardo Suso. No hubo número 94 y desde entonces se le echa en falta.

                                                           Testua eta argazkiak: Eduardo Valle Pinedo

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