Eduardo Valle Urrezko Zeledonen bazkideak beste gai interesgarri bat dakarkigu, kale izenei buruzkoa. Beti izan da arriskutsua arlo politikotik izenak ezartzea et oraingo honetan ikusiko dugun bezala, Gasteizen saltsa maltsa bertsuan ari ziren duela ehun urte. Eskerrik asko Eduardo zure ekarpenarengatik.
Eduardo Valle, socio de Celedones de Oro, vuelve a aparecer en este nuestro rincón, con un tema que no deja de tener actualidad aun a pesar del paso del tiempo. Es que la afición por poner nombres a las calles de cualquier población no deja de ser peligrosa, siempre. Gracias, Eduardo, por tu aportación.
"Por fin, después de cuatro infaustos años, llegó la paz. A
finales de 1918 se firmó el armisticio con Alemania y se dio por terminada la
Primera Guerra Mundial. Como pasa siempre, los partidarios de los países
vencedores aplaudían y los germanófilos se callaban y aguantaban el chaparrón
de la mejor manera posible. Ah, lo de “vencedores”, mejor con comillas,
teniendo en cuenta que buena parte de la vieja Europa había quedado para el
arrastre tras la maldita contienda.
Pues bien, en Vitoria el final de la guerra sirvió
también para alimentar la gresca política en el ayuntamiento, manifestada en la
permanente diatriba entre los diarios de la época, La Libertad y Heraldo
Alavés. O sea, como casi siempre.
Todo empezó con una moción del presidente de la Comisión de Empadronamiento, Ricardo Buesa. Dicha moción proponía el cambio de nombre de la Cuesta del Teatro, calle Barreras (actual Independencia), Oriente (actual Postas en su tramo de Fueros a Paz) y Mercado (actual Paz) por Cuesta del Banco de España, Sebastián Fernández (de Leceta “Dos
El motivo que se aducía para la modificación era, en
ambos casos, el feliz final de la guerra, si bien en el caso de la calle de los
Aliados se añadía el deseo de que la alianza de los pueblos llevara a un nuevo
orden internacional que desterrara el uso de la fuerza. Todo un brindis al sol,
visto lo visto.
La verdad es que no parece que las nuevas denominaciones
(Aliados y Bélgica) tuvieran mucho éxito entre la ciudadanía vitoriana. Durante
bastante tiempo los anuncios del comercio de ambas vías hacían también
referencia a sus antiguas denominaciones, más enraizados en la población. Años
después, en 1925, Francisco Javier de Landáburu, a la sazón colaborador de Heraldo
Alavés mantenía su disconformidad con las dos denominaciones: «…a hermosas
y concurridas calles de nuestra ciudad se ha dado el nombre de gentes que ni
nos van ni nos vienen».
El mismísimo Tomás Alfaro, en su obra Una Ciudad
Desencantada, muestra un cierto desdén hacia esas calles reconociendo «…
que apenas recuerda uno dónde fueron».
El 11 de diciembre de 1929, diez años después, desaparecían
los nombres de las dos vías. El alcalde, Guillermo Montoya, propuso que la
calle Bélgica pasara a titularse Paz — ¿un guiño a la sugerencia de José
Gabriel Guinea?—. En cuanto a la de Aliados, quedó incluida en la de Postas,
con toda la lógica del mundo, dicho sea de paso. Y aprovechó la ocasión para indicar
que los dos nombres de marras representan «… respetables simpatías e inclinaciones,
mejor para sentirlas individualmente que para ser exteriorizadas de un modo
oficial…».
En fin, es lo que tiene bautizar calles. Por cierto, la calle Aliados tuvo un ilustre vecino. Allí
nació, en el número 6, el gran escritor vitoriano Ignacio Aldecoa Isasi un 24
de julio de 1925. Cincuenta y un años se cumplen el próximo 15 de noviembre de su
fallecimiento. Ciento y uno, del “nacimiento” de su calle"
Testua eta argazkiak: Eduardo Valle
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