domingo, 15 de enero de 2017

LA RIFA DE DE SAN ANTÓN

Jose Maria Bastida "Txapi" Urrezko Zeledonak bere idazlan berri bat eskaintzen digu. Oraingoan, urtarrilaren 17an ospatzen dugun San Anton jaiaren harira dator. Eskerrik asko, Txapi.

El Celedón de Oro Jose María Bastida "Txapi" nos da una vez más, muestras de su saber. En esta ocasión, escribe sobre la tradicional fiesta de San Antón, del próximo día 17 de enero. Gracias, Txapi
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Pequeña historia de una accidentada tradición


Cuando el 17 de enero de cada año llega la rifa de San Antón, los vitorianos celebramos una fiesta entrañable llena de tradición. Sin embargo, su historia, muy desconocida, encierra una curiosa trayectoria, no exenta de problemas. 

1963ko San Anton eguna. Txerria bedeinkatzen ari
En el siglo XVIII, la Cofradía de San Antonio Abad, establecida en la Parroquia de San Pedro Apóstol, tenía la costumbre de efectuar una rifa que le servía para su mantenimiento y la realización de obras benéficas. Tras la fundación de la Casa de Piedad u Hospicio, los cofrades decidieron destinar la recaudación de la rifa, una vez descontado el estipendio de la función de iglesia, a tan benéfica institución. Con esa loable idea, nació en 1781 lo que ahora es una arraigada costumbre que, a pesar de las muchas dificultades con las que ha tropezado, se ha podido conservar. 

En mayo de 1849, la Intendencia de Rentas de la Provincia de Álava remitió al Ayuntamiento un escrito solicitando una nota de las rifas de la capital especificando diversos detalles. El Ayuntamiento contestó, manifestando que únicamente había una rifa titulada de San Antón, cuyo producto se dedicaba a una función de Iglesia y socorro de los establecimientos de beneficencia, detallando que era una concesión Real, que el sorteo se verificaba en el Ayuntamiento, que el precio del billete era de un real y que los premios rifados eran dos cerdos y, además, varios efectos elaborados en la Casa de Piedad, es decir, el Hospicio. La Intendencia no se conformó con la respuesta y volvió a reclamar las fechas de los reales permisos y una copia literal de ellos. Acto seguido, el Ayuntamiento solicitó a la Cofradía de San Antonio Abad dicha documentación, a lo que ésta contestó con un documento en el que, entre otras cosas, se leía que el 29 de febrero de 1844 habían entregado a la Junta  Inspectora de bienes del Clero Secular todos los libros y documentos de la Cofradía que les habían sido pedidos el día anterior. También expresaba que la Real cédula que se pedía se expidió el año 1814 a cuyos fines le fue entregada a su contador. Por lo visto, el documento no aparecía, por lo que añadía que tal vez en el Archivo del Ayuntamiento se hallase algún acuerdo. En agosto de dicha año 1849, se emitía una orden por la que la rifa estaba sometida a un 25% de impuesto. El Ayuntamiento, que ya había asumido la rifa como propia, logró con grandes dificultades capear el temporal, celebrándose las rifas de los años 1850 y 1851 eludiendo el impuesto.  

1852ko txartela
Sin embargo, en octubre de 1851, cuando llegó la hora de organizar la rifa de 1852, la Hacienda del Estado se mantuvo inflexible. Fracasadas todas las negociaciones, de acuerdo con el gobernador civil, se decidió mandar por su conducto una instancia a la Reina Isabel II a finales de diciembre. En ella, se hacía constar que la aplicación de esa orden equivalía a la desaparición de la antiquísima y popular rifa titulada de San Antonio Abad. Igualmente, se hacía constancia que los rendimientos que se obtenían se destinaban al Hospital, Hospicio y también solía alcanzar alguna limosna a las comunidades de religiosas. Puede parecer extraño que aparezca el Hospital cuando antes se ha dicho que los beneficios, a partir de 1781, se destinaban sólo al Hospicio. El motivo es que la instalación del nuevo Hospital de Santiago se produjo en 1820. En cuanto a las comunidades de religiosas, se les solía dar una pequeña limosna. Se dividía en tres partes iguales: una de ellas para el convento de las Brígidas, ubicado en el lugar donde actualmente se encuentra la Catedral nueva; la segunda comunidad era la de las Clarisas, ubicadas en el Convento de la Inmaculada, conocido popularmente como de San Antonio; el tercer donativo era para las dominicas del antiquísimo Convento de Santa Cruz en la calle Pintorería. Paralelamente a la instancia a la reina, se le envió un escrito a Don Pedro Egaña, Diputado a Cortes en Madrid, para que se interesase en el asunto. El objetivo era que la rifa se verificase en lo sucesivo sin las trabas e impuestos que ordenaba la dirección general de loterías. 

Avanzaba el mes de enero de 1852 y se estaban vendiendo los boletos para la rifa, pero se acercaba la fecha y no llegaban noticias de Madrid, por lo que el sorteo se aplazó. Sin embargo las gestiones dieron sus frutos y una Real Orden del 13 de enero concedía la autorización. Es curioso el motivo que se dio para la misma: una muestra de benevolencia al Ayuntamiento de Vitoria por el feliz alumbramiento de la hija primogénita de Isabel II, María Isabel de Borbón. Acto seguido, el Ayuntamiento difundió un comunicado anunciando la rifa para el día uno de febrero, significando que estaba libre de impuestos y que no estaba sujeta a las reglas establecidas por la Dirección1865 General de Loterías. 

La rifa siguió administrada por el Ayuntamiento. Los premios, además de los cerdos, consistían en lotes de dinero, no existiendo ya los premios de elaboración propia. Lo que en un principio era alguna limosna para los conventos de monjas, se había llegado en algunas ocasiones a equiparar a lo que recibían el Hospicio, el Hospital y la Casa de Maternidad.  

El año 1865 se aprobó una profunda reforma de la rifa para los años sucesivos. Entre otras cosas, se suprimieron las aportaciones a los tres conventos de religiosas. Como se había solicitado un préstamo para pagar las obras de ampliación del Hospicio, se especificó que la cantidad que a él le correspondía  se destinase a su amortización. De este modo se consiguió que al cabo de 20 años, las obras no supusieran ninguna cantidad ni al Ayuntamiento ni a la Institución. Igualmente, durante cinco años, las cantidades que se entregaron al Hospital tuvieron como destino la construcción de su Capilla dedicada a Nuestra Señora de la Victoria en la actual calle de la Paz. En 1873, se volvió a entregar una limosna a los tres conventos de religiosas, añadiéndose en 1880, un donativo a las Hermanitas de los Pobres y en 1881, a las Siervas de Jesús. 

En 1887, volvieron los problemas con Hacienda. El mismo día de San Antón se recibió una orden de suspensión, lo que se hizo efectivo inmediatamente con el aviso público correspondiente. Nada más publicarse la suspensión, llegó una orden telegráfica de Madrid con la autorización. Acto seguido, se publicó un nuevo aviso anunciando la celebración del sorteo al día siguiente, 18 de enero. Ese mismo año y los siguientes, aparecía en El Anunciador Vitoriano un anuncio de la confitería y pastelería La Suiza haciendo propaganda de los Panecillos de San Antón. Eran una especie de pasta con la efigie del Santo. 

En 1888, al igual que el año anterior, se suspendió la rifa el día 17 de enero, ante las condiciones por parte de Hacienda de hacer el sorteo en combinación con la Lotería Nacional con un 4% de gravamen sobre los boletos emitidos. Por fin, se logró superar los problemas, celebrándose la rifa del modo tradicional el día dos de febrero, que era festivo. Pero ya se veía que esta ocasión iba a ser la última, puesto que las trabas cada vez eran mayores. 

Tras la no celebración de la rifa del año 1889, la Cofradía de San Antonio Abad se dirigió al Ayuntamiento para ver si estaba interesado en solicitar la autorización para el año siguiente, siendo la respuesta negativa, vistos los innumerables obstáculos surgidos, aunque viendo con agrado que les otorgasen la autorización si hacían ellos las gestiones por su cuenta. 

Tras varios años sin rifa, en diciembre de 1894, la Real Junta Diputación de Pobres solicitó la cooperación del Ayuntamiento para organizarla en combinación con la Lotería Nacional a lo que éste accedió, escribiendo al Diputado a Cortes, Ricardo Becerro y de Bengoa solicitando su intervención en Madrid. Las gestiones llegaron a buen término y el día 31 de diciembre se publicaba en el Boletín de la Provincia de Álava la autorización a nombre de la Real Junta. A partir de entonces, la administración de la rifa comenzó a llevarla dicha Junta y no el Ayuntamiento, como antes, pasando los beneficios a ser íntegros para el Hospicio, salvo la cantidad destinada a la Cofradía de San Antonio Abad para la realización de la Función de Iglesia. Los premios a partir de entonces, dejaron de ser en metálico, consistiendo en los cerdos y en cuberterías de plata. Para reducir lo máximo posible los gastos, normalmente, sobre todo en aquellos primeros años de la nueva época, eran aportados por donantes. Al final, el día 21 de enero de 1895 se celebraba la primera rifa de San Antón en combinación con la Lotería Nacional. 

1925eko txartela
En los largos años que transcurrieron en que la rifa no se celebraba el propio día de San Antón, la fiesta cayó en declive. En 1920, un periodista, Ángel Eguileta, intentó recuperarla, hablando con el alcalde y varios concejales para tratar de conseguir la ansiada autorización en Madrid, aprovechando que Eduardo Dato era el Presidente del Gobierno. Le escribieron y Dato contestó que aquello estaba hecho y que hiciesen la solicitud. El funcionario de turno metió la pata y envió el escrito solicitando la celebración de la rifa... en combinación con la Lotería Nacional. Cuando Dato le dijo al Ministro que atendiese en todo a la petición vitoriana, se quedó de una pieza cuando le contestó: “he hecho todo lo que los vitorianos me han pedido”, no habiendo forma ya de solucionar la metedura de pata. La rifa se siguió haciendo combinada con la lotería.

En 1924, el mayordomo del Hospicio propuso a la Junta que se hiciese un concurso para dotar a la rifa de un dibujo característico. Así nació la pareja de aldeanos llevando un cerdo, que desde 1925 hasta 2008, inclusive, figuró en los billetes de la rifa.

En plena guerra civil, en 1937, se produjo la recuperación de la rifa el día 17 de enero, desligada completamente de la Lotería Nacional. Como caía en domingo, se aprovechó para hacer un amplio programa de festejos. Tras el acto del sorteo, se sirvió el clásico chocolate con bizcochos de espuma y tortas de manteca, haciendo constar en acta este detalle por su carácter tradicional, merienda que se sigue haciendo actualmente. Aunque no figuraba en el acta, también ha sido característico acompañar este refrigerio con el azucarillo llamado bolado. Esta especie de merienda se conoce como soconusco, con dos “ces” y no “kas”. Esta palabra procede del nombre de una región mejicana y en el diccionario de la lengua, figura como chocolate hecho. En el acta de la rifa de 1939, ya figuraba con ese nombre en lugar de con el de chocolate.

En 1940, se continuó haciendo por cuarta vez por el sistema tradicional, pero otra vez volvieron los problemas con Hacienda y en 1941, se volvió a hacer combinada con la lotería. Al final, es el año 1947 cuando el sorteo retorna definitivamente a la Casa Consistorial del modo tradicional, como siempre tenía que haber sido.

Txerriaren zozketa unea, 1963an
En octubre de 1958, se autorizaba por primera vez al popular “Josetxu” para la venta ambulante de los billetes. Este popular vitoriano, nacido en el callejón de Cachán, seguiría vendiendo billetes hasta el año 1988.

El año 1983 se celebró la última rifa en beneficio del Hospicio. Al año siguiente, aunque en los billetes ponía que era a beneficio del Hospicio, lo era  ya a beneficio de la Residencia de San Prudencio, firmando los billetes su administrador. En 1985, se subsanaba el error.

En 1998, comienzan a sortearse dos cerdos de chocolate entre las aulas de Educación Infantil y Primaria de todos los centros escolares de la ciudad.

En 2001, se produce el último sorteo del cerdo. Había existido una presión por ecologistas para impedir la rifa con el animal vivo como premio, en base a una ley del Gobierno vasco, estando a punto de suspenderse la rifa según apareció en la prensa la víspera. Como se celebró, el día 19 se abrió un expediente que terminó con una multa al Ayuntamiento de dos millones de pesetas. El año 2002, el premio del cerdo fue sustituido por una cesta con embutidos de cerdo.

En 2005, se produjo la anécdota de que en el encabezamiento de la lista de premios del billete, figuraba el año 2004 en lugar del de 2005.

En la actualidad, aunque no se rifa el cerdo, se le sigue llevando a bendecir a la iglesia de San Pedro, aunque ya no se le bendice dentro del pórtico, como antaño, sino en la calle Pedro Egaña. Al acto, al que acude en comitiva la centenaria comparsa de Gigantes y Cabezudos, van muchos vitorianos, siguiendo la antigua costumbre de llevar a bendecir sus mascotas junto al gorrino.

De momento parece que esta antigua fiesta, que tantas zancadillas ha sobrepasado, tiene futuro ¿Seremos capaces de seguirla manteniendo? 
Notas sobre las fotos:
Dos de ellas son de ARQUÉ, de los fondos del Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz. Las otras corresponden a dos boletos. Una, al más antiguo que se encuentra en el Archivo. Es uno de los premiados en 1852 ya que tenían que entregarlos para recibir el premio y servían de justificante. La otra, al boleto de 1925 en el que por primera vez aparece el dibujo de la pareja de aldeanos con el cerdo que, como se cuenta en la historia, figuró durante muchísimos años, 84 exactamente, en los billetes.








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