domingo, 3 de mayo de 2020

PLAZO LARGO Y CORTO. O de cómo construimos y destruimos nuestro mundo


Javier Irazabal Urrezko Zeledonen bazkidea ongi aprobetxatzen ari da etxean egon beharreko denboraldia eta bere oroimenaren ahapaletara jo du, aspaldi idatzi zituen zenbait artikulu berreskuratzeko asmotan. Hurrengo ekarpenetan, horietako hiru argitaratuko ditugu txoko honetan, interesgarriak direla iruditu baitzaizkigu, batez ere gure barrura lasaitasunean begira dezakegun une hauetan. Artikuluak, bere egunean Irazabalek "Surco" aldizkarira aurkeztu zituen moduan agertuko ditugu.
El socio de Celedones de Oro Javier Irazábal está aprovechando bien el tiempo del obligado confinamiento y en esta ocasión ha recuperado de su archivo tres artículos que escribió hace ya mucho tiempo. Los vamos a publicar en este rincón porque nos han parecido interesantes, sobre todo en estos momentos en que miramos con más detenimiento a nuestro interior. Ofreceremos los artículos tal como Irazábal los presentó a la redacción de la revista "Surco". Este es el primero y en próximas semanas aparecerán los otros dos.

El autor de este artículo, titulado Plazo largo y corto, tenia 18 años cuando  lo publicó en el número 14 de Surco, una revista editada entre 1954 y 1966 por jóvenes del Colegio Filosófico del convento de  los Padres Carmelitas de Vitoria. Surco se autodefinía como "revista de estudio y vida". Corría el año 1963. Firmaban entonces con su nombre y apellido religioso (Antonio del Niño Jesús de Praga, ... de la Inmaculada Concepción, ... de Santa Teresa..., de los Sagrados Corazones...). Pocos meses después se suprimió la obligatoriedad de esta norma y se recuperaron los apellidos civiles. En 1965 publicó otros dos artículos en esta misma revista, titulados Construir nuestro mundo y Nuestra vida (número 16, año 1965). Vistos a distancia, puede decirse que hay un nexo temático entre ellos y que su actualidad sigue vigente.

La revista Surco desapareció en 1956 y reanudó su publicación en 1960. En el intermedio aparecieron algunos números de Periódico Mural, al final de los 50, y el primer y único número de Letras,  en febrero de 1960. Algunos estudiantes contribuyeron también con artículos a otras publicaciones periódicas, como Ya, de consumo interno, o Vía y vida, de la Hermandad ferroviaria.

Cincuenta y siete años después, este joven no recuerda por qué eligió el título de Plazo largo y corto, tan diferente a otros que abordaban cuestiones relacionadas con la metafísica, el relativismo, las bases filosóficas del modernismo o el planteamiento del problema crítico. El  texto formaba parte de la sección Comentarios a la vida. Y es la vida, en este caso el Covid-19, la que ha despertado su memoria de juventud.

Se habla mucho durante estos días de los efectos a corto, medio y largo plazo de esta pandemia, así como de los instrumentos de que hay que disponer y de las medidas que hay que adoptar para afrontar esta crisis planetaria casi de ciencia ficción. Planes, horizontes, discusiones, actuaciones...,   todo está referido  a las distancias temporales. Pero hay un apunte de fondo sobre el caldo de cultivo que la ha podido favorecer, alimentado por el comportamiento
cortoplacista de la  humanidad. No se escuchan ni atienden las advertencias de los científicos sobre las consecuencias que para el futuro de la especie humana y de la tierra conlleva actuar a corto plazo por intereses políticos, económicos y de poder.

Es muy difícil encajar las teorías  sobre el desarrollo histórico permanente con realidades tan dramáticas como el hambre en el mundo, las guerras, los refugiados, el olvido de los ecos del pasado, las pestes, nuestro vertiginoso estilo de vida, el desequilibrio de los ecosistemas, la destrucción de las selvas, la sobreproducción, la agricultura invasiva, la disminución de especies animales, la contaminación desaforada,, el tráfico ilegal de especies, el consumo desenfrenado, el cambio climático... 

Todo esto no es una  cuestión de error de diana, sino de falta de compromiso y solidaridad en la construcción de nuestro mundo.  Y éste es el  tema al que el autor dedicó su segundo artículo en la revista Surco hace casi sesenta años.

Testu eta argazkiak: Javier Irazabal

Foto 1: Puente Khaju (Pol-e Khaju) sobre el río Zayandeh, en Isfahán (Irán), 22 octubre de 2018
Foto 2: Museo Vasco del Ferrocarril en Azpeitia. Recorrido turístico Azpeitia-Lasao, 4 junio 2017
Foto 3: Pescador sin prisa, con caña, en la playa de Melilla, 4 de noviembre de 2017
 
 

4 comentarios:

  1. Bikaina Javier Irazabal! Duela asko idatzia eta gaur egungo errealitarearekin bat eginda. Oso egokia zailtasun bolada honetan. Ez dezagun ahaztu filosofia eta humanitateak baharrezkoak direla gure etorkizunari aurre (gure mundua moldatu, egokitu, aldatu, hobetu... nahi baldin badugu) egiteko. Magnífico Javier Izazabal. Un artículo que, es curioso, a pesar de estar escrito hace muchos años, visto desde nuestra actual perspectiva resulta de una absoluta actualidad. Es lo que hoy muchos filósofos se están planteando en estos tiempos de pandemia: cómo, el día después, debemos aplicar las lecciones aprendidas (con tanto sufrimiento, fundamentalmente para quienes no han podido despedir a los ausentes, en todos los órdenees de la vida social) para replantearnos qué mundo queremos y, quizás, deconstruyendo modelos antiguos que nos parecían inamobibles, hacer caso a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y a una concepción más humana (humanística en definitiova) de las sociedades. Objetivos que tienen que ver con la justicia, el medio ambiente, el modelo de consumo, la educación o la sanidad, etc...y que sin la visión de la filosofía o las humanidades en general (tan devaluadas y denostadas) tan sólo nos llevaría a un horizonte de, como decía Hanna Arendt, "tecnología, pero tecnología sin alma". Gracias Javier, por recordarnos que las ciencias sociales están ahí, gracias por recordarnos que debemos cuidar ese "alma" que nos define como humanos.

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  2. Interesante recordando cuando está escrito. Enhorabuena.

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    1. Eskerrik asko, Jesus, zure erizpenagatik.

      Tienes razón. La técnica y la ciencia pueden solucionar muchos problemas y promover el desarrollo de la humanidad. Pero en la práctica, muchas veces ni una ni otra son neutrales, están contaminadas o, como bien dices, son tecnología sin alma. Pero existe otra realidad, incluido el compromiso del mundo científico, que nos da rango humano y que responde a preguntas como éstas: ¿qué hacer con la ciencia y cómo utilizarla? ¿Cómo orientar el desarrollo y la economía? ¿Cómo organizamos nuestras relaciones sociales, políticas y personales?. Çada vez que respondemos a una de estas preguntas, estamos reflexionando y planteando alternativas que deben tener como finalidad el bienestar de la humanidad y el respeto y equilibrio de nuestro hábitat. Y como bien dices, la del Covi-19, es una oportunidad para replantear muchas cuestiones de fondo, como son las prioridades. Soluciones que parecían urgentes a corto plazo, se desvanecen en el largo plazo y problemas que nos parecían importantes a futuro, adquieren una urgencia en el presente, porque en realidad responden a cuestiones vitales y permanentes. Gracias, Jesús, por incidir en tu comentario en todos estos aspectos y en especial replantarnos qué mundo queremos. Y que todo ello, no puede hacerse desde el vacío de los valores humanos.

      Javier Irazabal

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    2. Gracias por tu comentario, Pinky. El mundo camina más despacio de lo que creemos. Por eso, quizás, las aportaciones de filósofos, pensadores y científicos perduran en el tiempo. En mi caso, un estudiante de Filosofía, interno en un Convento de religiosos, quiso reflexionar en este artículo, escrito en 1963, sobre la importancia y la incidencia de actuar a largo y a corto plazo. La dolorosa realidad del Covi-19, su enorme alcance mundial, sus consecuencias y la forma de afrontarlas, ponen sobre el tapete la transcendencia de las opciones de actuación a corto y largo plazo orientadas a la construcción de un mundo solidario.

      Javier Irazabal

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