Jose Maria Bastida "Txapi" Urrezko Zeledonak bere idazlan berri bat eskaintzen digu. Oraingoan, urtarrilaren 17an ospatzen dugun San Anton jaiaren harira dator. Eskerrik asko, Txapi.
El Celedón de Oro Jose María Bastida "Txapi" nos da una vez más, muestras de su saber. En esta ocasión, escribe sobre la tradicional fiesta de San Antón, del próximo día 17 de enero. Gracias, Txapi
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Pequeña
historia de una accidentada tradición
Cuando el 17 de enero de cada año llega la rifa de San
Antón, los vitorianos celebramos una fiesta entrañable llena de tradición. Sin
embargo, su historia, muy desconocida, encierra una curiosa trayectoria, no
exenta de problemas.
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1963ko San Anton eguna. Txerria bedeinkatzen ari |
En el siglo XVIII, la Cofradía de San Antonio Abad,
establecida en la Parroquia de San Pedro Apóstol, tenía la costumbre de
efectuar una rifa que le servía para su mantenimiento y la realización de obras
benéficas. Tras la fundación de la Casa de Piedad u Hospicio, los cofrades
decidieron destinar la recaudación de la rifa, una vez descontado el estipendio
de la función de iglesia, a tan benéfica institución. Con esa loable idea,
nació en 1781 lo que ahora es una arraigada costumbre que, a pesar de las
muchas dificultades con las que ha tropezado, se ha podido conservar.
En mayo de 1849, la Intendencia de Rentas
de la Provincia de Álava remitió al Ayuntamiento un escrito solicitando una
nota de las rifas de la capital especificando diversos detalles. El
Ayuntamiento contestó, manifestando que únicamente había una rifa titulada de
San Antón, cuyo producto se dedicaba a una función de Iglesia y socorro de los
establecimientos de beneficencia, detallando que era una concesión Real, que el
sorteo se verificaba en el Ayuntamiento, que el precio del billete era de un
real y que los premios rifados eran dos cerdos y, además, varios efectos
elaborados en la Casa de Piedad, es decir, el Hospicio. La Intendencia no se
conformó con la respuesta y volvió a reclamar las fechas de los reales permisos
y una copia literal de ellos. Acto seguido, el Ayuntamiento solicitó a la
Cofradía de San Antonio Abad dicha documentación, a lo que ésta contestó con un
documento en el que, entre otras cosas, se leía que el 29 de febrero de 1844
habían entregado a la Junta Inspectora
de bienes del Clero Secular todos los libros y documentos de la Cofradía que
les habían sido pedidos el día anterior. También expresaba que la Real cédula
que se pedía se expidió el año 1814 a cuyos fines le fue entregada a su
contador. Por lo visto, el documento no aparecía, por lo que añadía que tal vez
en el Archivo del Ayuntamiento se hallase algún acuerdo. En agosto de dicha año
1849, se emitía una orden por la que la rifa estaba sometida a un 25% de
impuesto. El Ayuntamiento, que ya había asumido la rifa como propia, logró con
grandes dificultades capear el temporal, celebrándose las rifas de los años
1850 y 1851 eludiendo el impuesto.
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1852ko txartela |
Sin embargo, en octubre de 1851, cuando
llegó la hora de organizar la rifa de 1852, la Hacienda del Estado se mantuvo
inflexible. Fracasadas todas las negociaciones, de acuerdo con el gobernador
civil, se decidió mandar por su conducto una instancia a la Reina Isabel II a
finales de diciembre. En ella, se hacía constar que la aplicación de esa orden
equivalía a la desaparición de la antiquísima y popular rifa titulada de San
Antonio Abad. Igualmente, se hacía constancia que los rendimientos que se
obtenían se destinaban al Hospital, Hospicio y también solía alcanzar alguna
limosna a las comunidades de religiosas. Puede parecer extraño que aparezca el
Hospital cuando antes se ha dicho que los beneficios, a partir de 1781, se
destinaban sólo al Hospicio. El motivo es que la instalación del nuevo Hospital
de Santiago se produjo en 1820. En cuanto a las comunidades de religiosas, se
les solía dar una pequeña limosna. Se dividía en tres partes iguales: una de
ellas para el convento de las Brígidas, ubicado en el lugar donde actualmente
se encuentra la Catedral nueva; la segunda comunidad era la de las Clarisas,
ubicadas en el Convento de la Inmaculada, conocido popularmente como de San
Antonio; el tercer donativo era para las dominicas del antiquísimo Convento de
Santa Cruz en la calle Pintorería. Paralelamente a la instancia a la reina, se
le envió un escrito a Don Pedro Egaña, Diputado a Cortes en Madrid, para que se
interesase en el asunto. El objetivo era que la rifa se verificase en lo
sucesivo sin las trabas e impuestos que ordenaba la dirección general de
loterías.
Avanzaba el mes de enero de 1852 y se
estaban vendiendo los boletos para la rifa, pero se acercaba la fecha y no
llegaban noticias de Madrid, por lo que el sorteo se aplazó. Sin embargo las
gestiones dieron sus frutos y una Real Orden del 13 de enero concedía la
autorización. Es curioso el motivo que se dio para la misma: una muestra de
benevolencia al Ayuntamiento de Vitoria por el feliz alumbramiento de la hija
primogénita de Isabel II, María Isabel de Borbón. Acto seguido, el Ayuntamiento
difundió un comunicado anunciando la rifa para el día uno de febrero,
significando que estaba libre de impuestos y que no estaba sujeta a las reglas
establecidas por la Dirección1865 General de Loterías.
La rifa siguió administrada por el Ayuntamiento.
Los premios, además de los cerdos, consistían en lotes de dinero, no existiendo
ya los premios de elaboración propia. Lo que en un principio era alguna limosna
para los conventos de monjas, se había llegado en algunas ocasiones a equiparar
a lo que recibían el Hospicio, el Hospital y la Casa de Maternidad.
El año 1865 se aprobó una profunda
reforma de la rifa para los años sucesivos. Entre otras cosas, se suprimieron
las aportaciones a los tres conventos de religiosas. Como se había solicitado
un préstamo para pagar las obras de ampliación del Hospicio, se especificó que
la cantidad que a él le correspondía se
destinase a su amortización. De este modo se consiguió que al cabo de 20 años,
las obras no supusieran ninguna cantidad ni al Ayuntamiento ni a la
Institución. Igualmente, durante cinco años, las cantidades que se entregaron
al Hospital tuvieron como destino la construcción de su Capilla dedicada a
Nuestra Señora de la Victoria en la actual calle de la Paz. En 1873, se volvió
a entregar una limosna a los tres conventos de religiosas, añadiéndose en 1880,
un donativo a las Hermanitas de los Pobres y en 1881, a las Siervas de Jesús.
En 1887, volvieron los problemas con
Hacienda. El mismo día de San Antón se recibió una orden de suspensión, lo que
se hizo efectivo inmediatamente con el aviso público correspondiente. Nada más
publicarse la suspensión, llegó una orden telegráfica de Madrid con la
autorización. Acto seguido, se publicó un nuevo aviso anunciando la celebración
del sorteo al día siguiente, 18 de enero. Ese mismo año y los siguientes,
aparecía en El Anunciador Vitoriano un anuncio de la confitería y
pastelería La Suiza haciendo propaganda de los Panecillos de San
Antón. Eran una especie de pasta con la efigie del Santo.
En 1888, al igual que el año anterior, se
suspendió la rifa el día 17 de enero, ante las condiciones por parte de
Hacienda de hacer el sorteo en combinación con la Lotería Nacional con un 4% de
gravamen sobre los boletos emitidos. Por fin, se logró superar los problemas,
celebrándose la rifa del modo tradicional el día dos de febrero, que era
festivo. Pero ya se veía que esta ocasión iba a ser la última, puesto que las
trabas cada vez eran mayores.
Tras la no celebración de la rifa del año
1889, la Cofradía de San Antonio Abad se dirigió al Ayuntamiento para ver si
estaba interesado en solicitar la autorización para el año siguiente, siendo la
respuesta negativa, vistos los innumerables obstáculos surgidos, aunque viendo
con agrado que les otorgasen la autorización si hacían ellos las gestiones por
su cuenta.
Tras varios años sin rifa, en diciembre
de 1894, la Real Junta Diputación de Pobres solicitó la cooperación del
Ayuntamiento para organizarla en combinación con la Lotería Nacional a lo que
éste accedió, escribiendo al Diputado a Cortes, Ricardo Becerro y de Bengoa
solicitando su intervención en Madrid. Las gestiones llegaron a buen término y
el día 31 de diciembre se publicaba en el Boletín de la Provincia de Álava la
autorización a nombre de la Real Junta. A partir de entonces, la administración
de la rifa comenzó a llevarla dicha Junta y no el Ayuntamiento, como antes,
pasando los beneficios a ser íntegros para el Hospicio, salvo la cantidad
destinada a la Cofradía de San Antonio Abad para la realización de la Función
de Iglesia. Los premios a partir de entonces, dejaron de ser en metálico,
consistiendo en los cerdos y en cuberterías de plata. Para reducir lo máximo
posible los gastos, normalmente, sobre todo en aquellos primeros años de la
nueva época, eran aportados por donantes. Al final, el día 21 de enero de 1895
se celebraba la primera rifa de San Antón en combinación con la Lotería
Nacional.
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1925eko txartela |
En los largos años que transcurrieron en
que la rifa no se celebraba el propio día de San Antón, la fiesta cayó en declive.
En 1920, un periodista, Ángel Eguileta, intentó recuperarla, hablando con el
alcalde y varios concejales para tratar de conseguir la ansiada autorización en
Madrid, aprovechando que Eduardo Dato era el Presidente del Gobierno. Le
escribieron y Dato contestó que aquello estaba hecho y que hiciesen la
solicitud. El funcionario de turno metió la pata y envió el escrito solicitando
la celebración de la rifa... en combinación con la Lotería Nacional. Cuando
Dato le dijo al Ministro que atendiese en todo a la petición vitoriana, se
quedó de una pieza cuando le contestó: “he hecho todo lo que los vitorianos me
han pedido”, no habiendo forma ya de solucionar la metedura de pata. La rifa se
siguió haciendo combinada con la lotería.
En 1924, el mayordomo del Hospicio
propuso a la Junta que se hiciese un concurso para dotar a la rifa de un dibujo
característico. Así nació la pareja de aldeanos llevando un cerdo, que desde
1925 hasta 2008, inclusive, figuró en los billetes de la rifa.
En plena guerra civil, en 1937, se
produjo la recuperación de la rifa el día 17 de enero, desligada completamente
de la Lotería Nacional. Como caía en domingo, se aprovechó para hacer un amplio
programa de festejos. Tras el acto del sorteo, se sirvió el clásico chocolate
con bizcochos de espuma y tortas de manteca, haciendo constar en acta este
detalle por su carácter tradicional, merienda que se sigue haciendo
actualmente. Aunque no figuraba en el acta, también ha sido característico
acompañar este refrigerio con el azucarillo llamado bolado. Esta especie
de merienda se conoce como soconusco, con dos “ces” y no “kas”. Esta
palabra procede del nombre de una región mejicana y en el diccionario de la
lengua, figura como chocolate hecho. En el acta de la rifa de 1939, ya figuraba
con ese nombre en lugar de con el de chocolate.
En 1940, se continuó haciendo por cuarta
vez por el sistema tradicional, pero otra vez volvieron los problemas con
Hacienda y en 1941, se volvió a hacer combinada con la lotería. Al final, es el
año 1947 cuando el sorteo retorna definitivamente a la Casa Consistorial del
modo tradicional, como siempre tenía que haber sido.
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Txerriaren zozketa unea, 1963an |
En octubre de 1958, se autorizaba por
primera vez al popular “Josetxu” para la venta ambulante de los billetes. Este
popular vitoriano, nacido en el callejón de Cachán, seguiría vendiendo billetes
hasta el año 1988.
El año 1983 se celebró la última rifa en
beneficio del Hospicio. Al año siguiente, aunque en los billetes ponía que era
a beneficio del Hospicio, lo era ya a
beneficio de la Residencia de San Prudencio, firmando los billetes su
administrador. En 1985, se subsanaba el error.
En 1998, comienzan a sortearse dos cerdos
de chocolate entre las aulas de Educación Infantil y Primaria de todos los
centros escolares de la ciudad.
En 2001, se produce el último sorteo del
cerdo. Había existido una presión por ecologistas para impedir la rifa con el
animal vivo como premio, en base a una ley del Gobierno vasco, estando a punto
de suspenderse la rifa según apareció en la prensa la víspera. Como se celebró,
el día 19 se abrió un expediente que terminó con una multa al Ayuntamiento de
dos millones de pesetas. El año 2002, el premio del cerdo fue sustituido por
una cesta con embutidos de cerdo.
En 2005, se produjo la anécdota de que en
el encabezamiento de la lista de premios del billete, figuraba el año 2004 en
lugar del de 2005.
En la actualidad, aunque no se rifa el
cerdo, se le sigue llevando a bendecir a la iglesia de San Pedro, aunque ya
no se le bendice dentro del pórtico, como antaño, sino en la calle Pedro Egaña.
Al acto, al que acude en comitiva la centenaria comparsa de Gigantes y
Cabezudos, van muchos vitorianos, siguiendo la antigua costumbre de llevar a
bendecir sus mascotas junto al gorrino.
De momento parece que esta antigua
fiesta, que tantas zancadillas ha sobrepasado, tiene futuro ¿Seremos capaces de
seguirla manteniendo?
Notas sobre las fotos:
Dos de ellas
son de ARQUÉ, de los fondos del Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz. Las otras
corresponden a dos boletos. Una, al más antiguo que se encuentra en el Archivo.
Es uno de los premiados en 1852 ya que tenían que entregarlos para recibir el
premio y servían de justificante. La otra, al boleto de 1925 en el que por
primera vez aparece el dibujo de la pareja de aldeanos con el cerdo que, como
se cuenta en la historia, figuró durante muchísimos años, 84 exactamente, en
los billetes.