Ana y de Begoña Azkarraga ekarri nahi izan dut txoko honetara, abuztu honetan bere liburu baten irakurketarekin gozatu baitut. Eta arte ederretako unibertsitate-irakasle izan zenak sortzezko literaturarako erakutsitako dohainak ez zirela nolanahikoak izan aurkeztu nahi diet irakurleei. Hurbildik ezagutu nuen Ana eta sentsibilitate handiko emakumea zela esateko arrazoiak ditut. Bitez ondoko lerroak nire omenezko oroitzapen txikia Anarentzat.
Conocí a Ana de Begoña Azkarraga (1946-2009) en la casa de mis abuelos maternos, en la calle Comandante Izarduy, 1 de la capital alavesa. Corría la Navidad de 1969. Ella había ido a felicitar las fiestas a sus tíos y primas y yo celebraba la Noche Buena en familia. Apenas cruzamos unas palabras entre nosotros. De lo que sí me acuerdo es que nos comunicó que estaba a punto de editar un libro, algo que a mí me pareció algo extraordinario.
Quince años más tarde, 1984, comenzamos a trabajar juntos dentro de la segunda legislatura del segundo Gobierno Vasco, en el Departamento de Cultura. Ella era la directora de Patrimonio –una excelente directora- y nuestra relación laboral se convirtió en profunda amistad.
Todo esto ha venido a cuento de que quiero comentar que este agosto he “recuperado” en mi biblioteca el libro que Ana publicó en 1970, “El difícil silencio” Confieso que lo tenía olvidado y ha sido un profundo placer la relectura de la pequeña muestra poética de esta mujer aguraindarra, quien –además de valiosos estudios de su especialidad como profesora universitaria especialista en bellas artes- nos legó esta joya literaria, que muestra la sensibilidad creativa de la autora. Y quiero tener un pequeño recuerdo homenaje para Ana de Begoña Azkarraga, con la transcripción de dos de sus poemas. Es curioso que a los dos he puesto música en mi interior que, en el primero de los casos, puede ir desde Jefferson Airplane a John Lennon. En el segundo lo tengo más claro: The Doors, y la voz desgarradora de Jim Morrison.
MI MUNDO
Imagínate
un prado al sol
lleno de flores charlatanas.
Imagínate
un saltamontes con sombrero de copa
y corbata blanca.
Imagínate
un ratón de ojillos maliciosos
bailando la samba.
Ese es mi mundo, Amor,
¿Te extraña?
Imagínate
un conejo lesionado
que juega con los galgos a las cartas.
El tremendo catarro del estanque
siempre húmedo, mi Amor,
y sin bufanda.
Ese es mi mundo,
el mundo que te doy, mi Amor;
no vale nada.
AHÍ ESTARÉ
Otra vez mañana, ahí estaré.
Con la bocanada amarga de un cigarrillo,
y, en la copa, el último trago.
Con el definitivo guiño de los faroles
y una larga noche crucificada en el techo.
Ahí estaré.
Con la resaca de la víspera
empalmaré las horas y los días.
Brindaré por vosotros, queridos amigos,
sin nombre y sin rostro.
Cantaré una canción con la voz ronca
Y un borracho aplaudirá.
Ahí estaré.
Mi dolor de siempre murmuraré
en vuestros oídos alcoholizados;
y mañana, como siempre, lo habréis olvidado.
Ahí estaré, nocturna cantinela.
Con la mirada enrojecida de llanto y humo,
las penas terciadas sobre el hombro,
tropezando en el quicio de la puerta,
para caer junto a una mesa manchada,
y suplicar vuestra comprensión de borrachos.
Ahí estaré;
Sin piedad y sin amor,
Ahí estaré.
Testua eta argazkiak: Josemari Velez de Mendizabal