jueves, 19 de septiembre de 2019

URREZKO ZELEDONAK 2018 CELEDONES DE ORO: JAIA

Egundoko giro alaiarekin burutu zen atzo arratsaldean Gasteizko Printzipal Antzokian, 2018ko Urrezko Zeledonen emate ekitaldia. Jesus Moraza eta Joselu Anaiak ziren protagonista nagusiak eta publikoak ez zuen hutsik egin. Txalo zaparrada handiak izan ziren saio osoan zehar, batez ere golardoak jasotzera hurbildu zirenean. Musika izan zen beste protagonista garbia, Gasteizko Udal Musika Banda eta Garikoitz Mendizabal txistulariarekin. Egitarau aproposa jo zuten eta piezen artean Joselu Ruiz de Gordoaren bi obra estreinantu ziren.

Gorka Urtaran Gasteizko alkateak eta Josemari Velez de Mendizabal Urrezko Zeledonen presidenteak hitz atseginak izan zituzten saridunentzat, Moraza eta Anaien merituak goraipatuz. Sarituek ere hitz egin zuten, Urrezko Zeledona eskertuz eta musikaren aldeko aldarrikapena eginez. Gainera,, Joselu Anaiek ezustezko oparia eskaini zuten,  Xabier Leteren "Xalbadorren heriotza" interpretatuz, publiko osoaren partaidetzarekin.

Jardunaldia afari batekin amaitu zen, eta bertan urrezko intsignia ipini zitzaien saridunei. Halaber, Hilario Extremianari estatuatxo bat oparitu zioten Urrezko Zeledonek.

Con un Teatro Principal abarrotado se celebró ayer tarde la entrega de los Celedones de Oro 2018, que habían recaído en el txistulari Jesús Moraza y el grupo musical Joselu Anaiak. Ellos fueron los protagonistas principales y el público así lo testimonió. Los aplausos llenaron el recinto, sobre todo al subir al escenario los galardonados a recibir las estatuillas correspondientes. Se puede decir que el otro protagonista de la tarde noche fue la música. Música alegre, desenfadada pero de calidad, interpretada de manera magistral por la Banda Municipal de Música y por el txistulari invitado Garikoitz Mendizabal. El programa elegido contemplaba el estreno para txistu y Banda de dos piezas - "Basoko deia" y "Bizi-iturria" de, precisamente, uno de los galardonados, Joselu Ruiz de Gordoa.


El alcalde de Vitoria-Gasteiz, Gorka Urtaran, y el presidente de Celedones de Oro, Josemari Velez de Mendizabal, tuvieron palabras elogiosas para los premiados, ensalzando la trayectoria de éstos. También tomaron la palabra Jesús Moraza y, por parte de Joselu Anaiak, lo hicieron Jesús y Joselu. Tras la intervención de este último, el grupo interpretó e hizo cantar con ellos al público la composición de Xabier Lete "Xalbadorren heriotza".

Presentaron la velada Aiala Elorza e Ismael Diaz de Mendibil. La jornada concluyó con una cena en el Círculo Vitoriano, donde el alcalde de la ciudad impuso sendas insignias de oro, representando a  Celedón,  a los premiados. Así mismo, Josemari Velez de Mendizabal entregó una estatuilla representativa del popular aldeano a Hilario Extremiana, por su labor de apoyo a Celedones de Oro.



Argazkiak: Urrezko Zeledonak (Julio Roca)








miércoles, 11 de septiembre de 2019

LOS MADINAVEITIA: FAMILIA DE PROFESORES


Eduardo Madinabeitia Foronda bazkideak bere sendiaren historia txiki bat egiten digu ondoko artikuluan, ikuspegi interesgarri batetik: irakaskuntzatik.

El socio de Celedones de Oro, Eduardo Madinaveitia Foronda hace un pequeño recorrido por la intrahistoria de su familia, mostrándonos la faceta docente de la misma.
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Herminio Madinaveitia Cruza, era hermano de mi abuelo Efisio. Además de escritor y alcalde de Vitoria fue catedrático de Lengua y Literatura en el instituto. El mismo instituto en el que estudié yo, en la Florida, en la actual sede del Parlamento Vasco. 
Herminio Madinaveitia

No llegué a conocer al tío Herminio; murió siete años antes de nacer yo. Pero sí oí contar a mi madre, que fue alumna suya en los últimos años de la República y el primero de la guerra civil, algunas anécdotas de su labor como profesor. Al parecer era bastante duro en sus clases y no muy partidario de que las mujeres estudiaran. Supongo que era el signo de los tiempos.

Mi madre, Pilar Foronda, al terminar el bachillerato en el instituto, estudio Magisterio. Pero nunca ejerció fuera de casa. Otro signo de los tiempos. Sí que fue una magnífica maestra de vida para sus cinco hijos; todos acabamos teniendo carrera universitaria, pero creo que ninguno llegamos a alcanzar su sabiduría. Tenía una memoria fabulosa, era una gran lectora y sabía de todo. Alguna vez he contado cómo explicaba a vecinas y familiares los secretos del punto, en el que era una verdadera maestra haciendo cualquier tipo de jersey u otra prenda de ropa. 

Antes de Herminio no encuentro ningún antecedente; no sé, no creo que hubiera otros profesores en la familia. Pero después, después sí: ha habido muchos.

Mi padre, Ramón Madinaveitia, era químico. Terminó su carrera en Oviedo el año en que acabó la Guerra Civil. Él siempre quiso trabajar como químico en empresas y lo intentó varias veces: estuvo en Santander en una fábrica (creo que de jabones) a finales de los años cuarenta; también en Sidalbesa, una siderúrgica de la familia Ajuria, que estaba situada en Albéniz. Era a finales de los cincuenta; el Plan de Estabilización se llevó por delante la empresa y los anhelos de mi padre. Ramón siempre había compaginado sus sueños en empresas con las clases en los diferentes colegios de Vitoria; también daba clases particulares en casa. Recuerdo una gran pizarra en el comedor de nuestra casa en la calle Rioja. 
Ramón Madinaveitia Bengoa

Era la ocasión: preparó sus oposiciones a profesor de instituto, que aprobó en 1960. Nunca dejó los colegios; renunció a la dedicación exclusiva en el instituto para seguir dando clases en los Corazonistas, los Marianistas, las Carmelitas, Vera Cruz, la escuela de Magisterio y… no recuerdo más pero quizá sea un fallo de mi memoria. Casi todas las personas que estudiaron en Vitoria en los años sesenta, setenta y principios de los ochenta fueron alumnos suyos. Cuando yo vivía en Vitoria era muy habitual que al principio de cualquier conversación me dijeran: Yo fui alumno de tu padre; incluso en Madrid me ha pasado más de una vez.

En el Ramiro de Maeztu fue muchos años vicesecretario y se hizo cargo del laboratorio de física y química en el que se hacían prácticas y se podía, entre otras cosas, revelar fotografías. Hace poco vi en un periódico que, con motivo del centenario del instituto se celebró una exposición en la que se podía visitar el laboratorio, con todas sus piezas históricas: supongo que con muchas de ellas habría hecho experimentos mi padre con sus alumnos. 

El tío Eduardo Madinaveitia tiene ahora 101 años; era un año menor que Ramón. Él se decidió por las letras y fue muy precoz: cuando empezó la guerra tenía 18 años recién cumplidos y ya era licenciado en Historia. Ahora, con sus 101 años, sigue haciendo traducciones para mantener la cabeza en forma.
Eduardo Madinaveitia Bengoa

Eduardo también daba clase en muchos colegios de Vitoria (casi los mismos que Ramón, aunque también enseñó en las Ursulinas) cuando se presentó, y aprobó, las oposiciones para profesor del instituto, que seguía estando en el edificio de la Florida y ya se llamaba Ramiro de Maeztu. Fue un gran profesor; lo digo como uno de sus alumnos. No sólo aprendí sus asignaturas; también a relacionar unas con otras y gracias a eso tener una mente abierta al mundo y a todo tipo de curiosidades. (1)

Por esa época, a principios de los sesenta, entró en la familia otra profesora, precisamente de la mano de Eduardo: su mujer, Merche Villacián, que luego hizo carrera política, también era profesora en el instituto.

La siguiente generación de la familia ha dado nuevos profesores. Carmen Pitillas Madinaveitia, es hija de María Jesús, la hermana mayor de Ramón y Eduardo. Ha sido profesora de asignaturas de letras en diversos institutos de España, al final de su carrera en la zona de Madrid; en algún momento también pasó por Vitoria. Lleva algunos años jubilada. 

Mi hermana María Pilar murió muy joven, en un accidente con sólo 24 años. Era maestra; empezó su carrera en un pueblo diminuto de Cataluña en el que sus alumnos sólo hablaban catalán. Poner dificultades a los idiomas diferentes del castellano también era un signo de aquellos tiempos. Cuando murió era profesora en Vitoria, en San Martín.

Mis otras dos hermanas continúan con la tradición familiar. Cuando Blanca terminó Biología encontró en seguida trabajo en el colegio de la Presentación, en el que ha desarrollado toda su carrera profesional; ahora está dando los primeros pasos hacia su jubilación. Ana estudió Matemáticas, como yo. En seguida hizo oposiciones para profesora de instituto, que sacó brillantemente, con el número 2. Desde entonces ha trabajado en distintos institutos, en Arrasate-Mondragón y en Vitoria. Ahora ejerce en el Miguel de Unamuno. 

Yo nunca quise dar clases; al ver a mi padre había aprendido que es una profesión muy sacrificada. Pero en aquella época en Vitoria no había universidades. Mi padre no quería que nos fuéramos a estudiar fuera sin tener algo que nos ayudara si surgían problemas. Magisterio era una de las pocas cosas que se podían estudiar sin salir de casa, así que fui cursando la carrera a la vez que terminaba el bachillerato; el mismo año en que aprobé preuniversitario terminé también la reválida con la que se conseguía el título de maestro nacional.

Luego estudié Matemáticas y me he dedicado a la medición de los medios y la publicidad. He dado alguna clase, o charla, pero siempre sueltas. Pero, a estas alturas, mucha gente de mi profesión me llama maestro, aunque nadie sepa que hice esa carrera. 

Las siguientes generaciones son más estrechas. Mis padres, que tuvieron cinco hijos, sólo tuvieron seis nietos y, de momento, cinco biznietos. Mi padre no llegó a conocer a sus nietos más pequeños; mi madre sólo a sus dos biznietos mayores. Aún es pronto para saber si alguno seguirá el camino de la familia.
 
Texto: Eduardo Madinaveitia Foronda
Fotos: Familia Madinaveitia, Euskonews

(1) Eduardo Madinaveitia Bengoa fue nombrado Hijo Predilecto de Vitoria-Gasteiz en 2010

 

martes, 3 de septiembre de 2019

MARIO OTXOA GOGOAN / RECORDANDO A MARIO OTXOA


Mario Otxoa Axpe zenari buruzko artikulu sail bat argitaratu berri du URTUME aldizkariak. Arabako kulturaren langilea izan zen Otxoa, hamarkadatako behargin sutsua, eragile eta sortzaile prestua. Niri
ere egokitu zitzaidan Mario ezagutzea, arlo konkretu batean eta denbora tarte txiki batean. Baina oso intentsuak izan ziren bi urte eskas haiek. Eusko Jaurlaritzaren Kultura Ordezkaria izan genuen Mario 1983tik eta oso oroitzapen ederrak ditut gizon hartaz. Murgian jaiotako euskaldun haren alderdi txiki bat agertzearren idatzi ditut ondoko lerroak. 

Se acaba de publicar en la revista URTUME, que tan bien dirige el socio de Celedones de Oro Carlos Ortiz de Zárate, una serie de artículos dedicados a recordar la figura del gran alavés que fue Mario Otxoa. Amigos que fueron de aquella gran persona lo han descrito acertadamente en las páginas de la citada revista. 

Yo quiero en esta ocasión aportar mi granito en este sentido y aunque conocí a Mario muy tarde y nuestra amistad duró menos de dos años, aquel espacio de tiempo fue muy intenso y cercano. Me explicaré. 

Había sido nombrado Viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco en mayo de 1983 y una de las primeras personas que me visitaron para explicarme con detalle la realidad cultural en Alava fue Javier Cameno – a quien no conocía personalmente- quien me llenó el despacho de libros editados por él desde la dirección de la Obra Cultural de la Caja de Ahorros provincial. Hablamos largo sobre muchos temas y a mi insinuación de que quería nombrar delegados de Cultura en Bizkaia y Alava, Javier me contestó: “Hay una persona que para este territorio vendría como anillo al dedo” Esas fueron sus palabras. 

Di cuenta del encuentro a mi entonces Consejero Pedro Miguel Etxenike y sobre el comentario de Cameno me pidió que indagase en el tema. Así lo hice. Y a los días obtenía luz verde para hablar con aquella persona que, mientras yo permanecí en el cargo, sería mi delegado en Alava: Mario Otxoa Axpe. Recuerdo también la primera entrevista con él en mi despacho, haciendo las presentaciones mutuas, algo que ya había facilitado previamente el común amigo José Mari Sedano, con quien yo ya mantenía para entonces una relación de colaboración cultural. 

Y el 6 de julio de 1983 Mario Otxoa se estrenaba como Delegado de Cultura del Gobierno Vasco de Alava, en un acto llevado a cabo en la antigua delegación del Ministerio de Cultura español, acompañándole en aquel momento el también recordado Jesus Ibañez de Matauko, concejal gasteiztarra de cultura, y yo mismo. Gracias a las transferencias en competencia cultural, habíamos acabado de hacernos cargo de las delegaciones territoriales y aquel día Mario tuvo que verse con algún que otro empleado transferido que, precisamente, no comulgaba con las ideas que el nuevo delegado quería poner en marcha. Fueron algunos de los peajes que hubo que pagarse por el nuevo camino que emprendíamos. Algo parecido sucedió con Txotxe Lopez de Aberasturi, Delegado de Deportes, quien también tuvo que apechugar con algún que otro elemento tóxico. 
Mario, Velez de Mendizabal eta Jesus Ibañez de Matauko

Mario fue un delegado ejemplar. Formaba terna con Balendin Lasuen en Bizkaia e Imanol Olaizola en Gipuzkoa. Y tengo que resaltar que los tres pelearon con todas sus fuerzas en la consecución de los objetivos que coordinábamos con los diputados de cultura: Peli Martin en Alava, Patxi Zurikarai en Bizkaia e Imanol Murua en Gipuzkoa. Fueron dos años escasos de trabajo en común, pero intensísimos. ¡Nadie se puede imaginar lo que Mario luchó por aquellas fechas de las inundaciones de agosto de 1983, y cómo fue capaz de montar en pocos días un festival artístico de solidaridad con las víctimas y damnificados! Festival que se llevó a cabo en el Polideportivo deMendizorroza, al que acudió muy agradecido el entonces joven alcalde de Llodio Juan José Ibarretxe, principal localidad alavesa afectada. Aún mantengo el borrador del programa que, escrito a mano, me presentó Mario y en el que daba cabida a todas las sensibilidades culturales existentes en Alava en la época. Un ejemplo de saber hacer bien las cosas. 

Mario trabajó en Alava, por Alava y para Alava, tanto dentro del territorio como fuera de él. Dotado de una sensibilidad especial para el trato humano, se entrevistó con los responsables de grupos y asociaciones capaces de incrementar el flujo cultural alavés. Fue el punto de inflexión para el cambio de estilo a la hora de programar actividades desde la administración. Abrió, por lo tanto, un nuevo camino, desarrollado más en profundidad por los sucesores en el cargo. 

Mario se nos fue muy pronto. El 28 de febrero de 1985 moría, víctima de enfermedad. Le visité en el Hospital y quedé impresionado por su entereza, sabedor como era de su próximo final. Aquel zuyano,”trabajador del pueblo a quien hay que escuchar” como solía repetir, se nos fue dando un ejemplo de laboriosidad y entrega a la cultura vasca, “de la que Alava forma parte

Testua: Josemari Velez de Mendizabal
Argazkiak: El Correo de Alava