Eduardo Valle gure bazkide eta ikerlari iaioak beste ekarpen bat bidali digu, oraingo honetan Gasteizen izan den ostatu baten gaineko erreferentzia zuzenak emanez. Fronton Hotel izenekoa adineko gasteiztarren baitan dago oraindik bizirik. Mende oso bat beteko zuen hotelak 1924an eta artikulugileak aukera aprobetxatu du, bisitari askoren babesleku izan zen eraikin haren gaineko zenbait oroitzapen aurkezteko.
Hace muchos
años que echó la persiana. No dejaba de ser un establecimiento como tantos
otros que con el paso del tiempo se había ido quedando obsoleto hasta
desaparecer de las matrículas industriales municipales. Pero en su momento tuvo
gran importancia en la hostelería local y llegó a ser una referencia para
muchos viajeros que “aterrizaban” en nuestra ciudad. También fue el lugar
elegido por innumerables parejas vitorianas para sus banquetes de boda y
escenario de ágapes y convites para festejar acontecimientos varios.
Y es que en 1924,
hace cien años, se inauguraba en la calle San Prudencio —donde se halla
instalada la actual librería— el Gran Frontón Hotel, un edificio de notable
aspecto que “encerraba” por el sur al Frontón Vitoriano, al que se accedía desde
la propia edificación. Su propietario, Juan Alti Valdecantos, era arrendatario
de la cancha vitoriana desde 1913. Al parecer, había visitado diversas ciudades
del país y del extranjero para comprobar in situ el funcionamiento de
hoteles importantes con el fin de aplicar lo aprendido a su gran sueño: instalar
en Vitoria un hotel de categoría.
El hotel
Pallarés de la calle Postas vivía su última etapa mientras el Quintanilla de la
esquina de Dato y San Prudencio se cerraría pronto al ser vendido el edificio
donde radicaba. Estaba claro que Vitoria iba a necesitar un nuevo hotel con los
servicios y adelantos propios de los nuevos tiempos y Juan Alti se hallaba
dispuesto a asumir el reto.
Las obras del
nuevo edificio comenzaron en mayo de 1923 y se desarrollaron con rapidez. Tan
es así que en fiestas de Vitoria de ese año ya se abrió al público la planta
baja, aunque exclusivamente como restaurante. Para la primavera de 1924 los
trabajos habían finalizado y sólo quedaba proceder a la inauguración, que tuvo
lugar el lunes, 2 de junio, a las seis y media de la tarde, según la prensa
local.
Dicen que
aquello fue el no va más y que Juan Alti y su esposa Pilar Martínez recibieron
las felicitaciones de autoridades civiles y militares, magistrados, fiscales,
funcionarios de alto nivel, mandos de la policía, diputados, abogados y de los
chicos de la prensa. Hubo un lunch por todo lo alto, en el que corrió el
champagne «…
abundante, del más elevado coste…» y música en directo a cargo del sexteto del
Nuevo Teatro, dirigido por el pianista Aurelio Alegría. Todo ello en el
magnífico salón comedor decorado por el artista local Isaac Díez.
Relacionar
todos los invitados sería interminable, pero sí voy a citar a las trabajadoras
al servicio del hotel que se curraron el asunto: Mercedes, Faustina, Carmen,
Micaela, Clarita, María, Fidela y Natalia.
Los reporteros
destacados en el evento informaron también de las comodidades que ofrecía el
nuevo hotel, entre las que destacaban las habitaciones con cuarto de baño
propio y con calefacción por radiadores. Todo un lujo para la época.
La lista
de huéspedes ilustres del establecimiento es amplísima (incluso más larga que
la de los invitados al lunch): intelectuales como Miguel de Unamuno, toreros
como Marcial Lalanda —el del pasodoble—, políticos como Indalecio Prieto, etc.
Durante la
Guerra Civil se alojaron en él militares alemanes y todo tipo de espías y
contraespías que se movían por Vitoria en aquellos tiempos aciagos. Pero esa es
otra historia.
Tras el
fallecimiento de su propietario fundador, el hotel pasó a estar dirigido por su
hijo Efisio, hasta marzo de 1969, cuando la piqueta acabó con el edificio
principal del hotel.
Y digo
“edificio principal” porque en 1929 el Hotel Frontón (o Frontón Hotel,
indistintamente) se había ampliado con la sucursal que se acondicionó en la
acera de enfrente, en el número 2 de la misma calle, y que continuó funcionando
años después.
Precisamente,
en ese portal aún pueden verse las iniciales H y F. Al lado, en
lo que había sido un local perteneciente a esa sucursal, se abrió en 1972 el
bar H. F., trasladado en 2016 a su actual ubicación. Quizás sean los únicos
elementos que todavía hoy recuerdan al Hotel Frontón, «Único de Primer Orden»,
como se anunciaba en sus primeros años.
Testua eta argazkia: Eduardo Valle
Testua Luken-2024 aldizkarian argitaratu zen