Eduardo Valle historia zaleak berriz ere aurkezten digu bere lan bat, oraingoan 1919ra eramaten gaituena. Gasteiz hiriko historiaren zertzeladek ikuspegi interesgarria ematen dute iraganeko gizarte giroari dagokionez. Funtsean aldatzen ez dena. Bestela, irakurri ondokoa.
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(Argazkia: Gasteizko Udal Artxiboa) |
Por
fin, después de cuatro infaustos años, llegó la paz. A finales de 1918 se firmó
el armisticio con Alemania y se dio por terminada la Primera Guerra Mundial.
Como pasa siempre, los partidarios de los países vencedores aplaudían y los
germanófilos se callaban y aguantaban el chaparrón de la mejor manera posible.
Ah, lo de “vencedores”, mejor con comillas, teniendo en cuenta que buena parte
de la vieja Europa había quedado para el arrastre tras la maldita contienda.
Pues
bien, en Vitoria el final de la guerra sirvió también para alimentar la gresca
política en el ayuntamiento, manifestada en la permanente diatriba entre los
diarios de la época, La Libertad y Heraldo Alavés. O sea, como
casi siempre.
Todo
empezó con una moción del presidente de la Comisión de Empadronamiento, Ricardo
Buesa. Dicha moción proponía el cambio de nombre de la Cuesta del Teatro, calle
Barreras (actual Independencia), Oriente (actual Postas en su tramo de Fueros a
Paz) y Mercado (actual Paz) por Cuesta del Banco de España, Sebastián Fernández
(de Leceta “Dos Pelos”), Aliados y Bélgica (salvo el tramo más cercano a
Independencia, que seguiría titulándose Mercado), respectivamente. De los
cuatro cambios, el primero concitó el acuerdo sin demasiados problemas. El
segundo dio algo más de juego. Con los otros dos, la polémica estaba servida. Y
es que la introducción en el callejero vitoriano de Bélgica y Aliados, tenía
una carga política considerable.
El
motivo que se aducía para la modificación era, en ambos casos, el feliz final
de la guerra, si bien en el caso de la calle de los Aliados se añadía el deseo
de que la alianza de los pueblos llevara a un nuevo orden internacional que
desterrara el uso de la fuerza. Todo un brindis al sol, visto lo visto.
La
moción fue aprobada el 25 de abril de 1919, hace ahora la friolera de cien años,
con los votos en contra de los concejales de derecha y del integrista José
Gabriel Guinea, quien se opuso a los cambios propugnando que Bélgica se sustituyera
por La Paz. Incluso se mostró dispuesto a apoyar la opción de Once de
Noviembre, aludiendo a la fecha del armisticio. En cuanto a la calle de los
Aliados, dijo: «…existen iguales motivos para ponerle ese nombre que para
llamarla calle de los Imperios Centrales». Como ya se ha dicho, la iniciativa
siguió adelante entre mutuos reproches de partidarios y contrarios.
La
verdad es que no parece que las nuevas denominaciones (Aliados y Bélgica)
tuvieran mucho éxito entre la ciudadanía vitoriana. Durante bastante tiempo los
anuncios del comercio de ambas vías hacían también referencia a sus antiguas denominaciones,
más enraizados en la población. Años después, en 1925, Francisco Javier de
Landáburu, a la sazón colaborador de Heraldo Alavés mantenía su
disconformidad con las dos denominaciones:«…a hermosas y concurridas calles
de nuestra ciudad se ha dado el nombre de gentes que ni nos van ni nos vienen».
El
mismísimo Tomás Alfaro, en su obra Una Ciudad Desencantada, muestra un
cierto desdén hacia esas calles reconociendo «… que apenas recuerda uno
dónde fueron».
El
11 de diciembre de 1929, diez años después, desaparecían los nombres de las dos
vías. El alcalde, Guillermo Montoya, propuso que la calle Bélgica pasara a titularse
Paz — ¿un guiño a la sugerencia de José Gabriel Guinea?—. En cuanto a la de
Aliados, quedó incluida en la de Postas, con toda la lógica del mundo, dicho
sea de paso. Y aprovechó la ocasión para indicar que los dos nombres de marras representan
«… respetables simpatías e inclinaciones, mejor para sentirlas
individualmente que para ser exteriorizadas de un modo oficial…».
En
fin, es lo que tiene bautizar calles.
Por
cierto, la calle Aliados tuvo un ilustre vecino. Allí nació, en el número 6, el
gran escritor vitoriano Ignacio Aldecoa Isasi un 24 de julio de 1925. Cincuenta
años se cumplen el próximo 15 de noviembre de su fallecimiento. Cien, del “nacimiento”
de su calle.
Testua: Eduardo Valle
Argazkiak: Gasteizko Udal Artxiboa eta Eduardo Valle