Esta madrugada ha fallecido Ramón Jimenez "Zape", el gran vitoriano, y en la familia de Celedones de Oro hay consternación y dolor, como en cualquier otro colectivo alavés que haya tenido la suerte de conocer al gran hombre que fue Zape y disfrutar con él. Ramón se nos ha ido pero nos queda su estilo, el humor, al que hay que recurrir hasta en los momentos más tristes de la vida. Porque sin humor sería tremendamente difícil el paso por este mundo, algo que Zape lo sabía mejor que nadie. Por ello, con sus características peculiares, hizo disfrutar durante décadas a dos generaciones de alaveses, llevando un sentimiennto positivo al corazón de los que más sufrían, y poniendo una sonrisa en su rostro. Ramón fue nombrado en 1965 Celedón de Oro, y hasta el último momento de su extraordinaria vida ha sabido llevar el título con honor y orgullo. Descanse en paz.
En las siguientes líneas se puede leer una breve biografía de Ramón Jiménez "Zape":
El humorista Ramón Jiménez Martínez
« Zape » ejerció de personaje popular vitoriano, dentro y fuera de los
escenarios, desde mediados de los años cuarenta hasta mediados de los setenta del pasado siglo.
Durante esas tres décadas fue perejil de todas las salsas, repartiendo alegría
desinteresada allí donde hacía más falta y participando en infinidad de
festejos y celebraciones.
Nacido en Vitoria (en Mateo Moraza, 4) el
23 de agosto de 1924, el punto culminante de su carrera lo alcanzó como
humorista oficial de la Vuelta Ciclista a España en los años 1958 y 1960.
En su triple vertiente de caricato, payaso
y casero vasco (« Ramontxu »), « Zape » se
mantuvo en candelero sorteando a menudo la engorrosa censura de la época, que
le obligaba a presentar por adelantado y en varios ejemplares el texto de sus
actuaciones. La improvisación creativa y la irreverencia propia del bufón de la
corte (uno de sus números más celebrados consistía en imitar la voz de Franco)
le acarrearon expedientes y multas, con el consiguiente veto del Ministerio de
Gobernación a la Medalla de Beneficencia.
Pese a todo, su condición de personaje de moda y su
desinteresada participación en un gran número de eventos y actos de benéficos
(nunca faltaba a sus citas anuales en hospitales - cada Navidad en el de
Santiago - sanatorios, hospicios y
cárceles) le valió la concesión, en
1965, del Celedón de Oro.
Curtido desde los cinco años en el
ejercicio de monaguillo para las monjas Ursulinas, en la Calle de la Magdalena,
su primer público fueron sus compañeros de recreo de la Escuela de La Florida,
ante los que hacía de payaso inspirándose en las representaciones que la
familia de titiriteros Baldeón llevaba a cabo en las campas de El Polvorín. El
doctorado en pillería lo obtendría también en la década funesta de los años 30
en la escuela para monaguillos de San Miguel.
Meses antes de que acabara la Guerra Civil,
ingresó de « botones », a los 14 años, en el Banco de Vitoria, del
que fue empleado durante los 45 años siguientes, dos de ellos al frente a una
agencia en la zona industrial de Gamarra.. En más de una ocasión no pudo evitar que sus facetas de cómico y de
empleado provocaran divertidos equívocos, como cuando un aldeano alavés exclamó
con regocijo « ¡que vienen los comediantes ! » al ver a quien días antes había actuado en las fiestas del
pueblo bajando de un coche junto al director del banco que lo que pretendía era
pagar la remolacha.
La aparición de « Ramontxu », el
personaje de casero vasco, tuvo mucho que ver con sus tres años de servicio
militar en el Pirineo Navarro, en Ventas de Yanci primero y luego en Echalar,
entre 1944 y 1947.
El payaso tonto «Zape » surgió por
primera vez junto al payaso listo « Zipi » a finales de los 40 en
Santa Cruz de Campezo, con motivo del premonitorio
« Día de la Alegría » organizado por la Juventud de Acción Católica.
Fue « Zipi », su amigo Jesús Ugarte Barrio, quien dio pie al nombre
artístico al vaticinar que con su actuación iban a montar « un zipi-zape
de miedo ».
Ugarte llevaba razón, lo que dio lugar a
que la pareja, « se forrara - en palabras de « Zape » - de indulgencias », que no de dinero, ya
que a partir de entonces fueron constantemente solicitados como reclamo de todo
tipo de eventos a título gracioso. Ambos se habían formado en la cantera
teatral de la Juventud Obrera Católica, asidua de la Casa Social Católica, por
lo que « Zipi » estaba sobre aviso acerca de la irresistible
tentación de Zape consistente en reventar cualquier puesta en escena con improvisadas
salidas hilarantes. Cansado de quedar como el tonto, el payaso listo dejó a
« Zape » pista libre para que desarrollara un fecunda carrera de
solista, forjada a base de redobladas dosis de beneficencia, fiestas de calles
y barrios, retransmisiones radiofónicas, como las populares matinales
dominicales del Teatro Amaya, e incluso anuncios proyectados en los cines.
En su caracterización de payaso,
« Zape » se inspiró en el clown Ramper. El traje de payaso,
confeccionado por su padre Víctor, fundador de la Sastrería Jiménez, en el
número 2 de la calle Mateo Moraza, fue un encargo de una de las cajas de
ahorros de la ciudad que, mediante las 150 pesetas que costó, quería asegurarse
los servicios del caricato.
En 1958, « Zape » se presentó a
un concurso de artistas (“Cabalgata de La Fama”) convocado en Eibar y ocasionó
tanto revuelo que fue invitado a presentar las galas durante los dos meses
siguientes. Recibió el primer premio, patrocinado por « La Bicicleta
Eibarresa », de manos de los ases del manillar de la época : Jesús
Loroño, Bernardo Ruiz y Federico Bahamontes. Fue a raíz de ese premio que « El
Correo Español » le ofreció el puesto de humorista en la caravana de La
Vuelta Ciclista a España, organizada por el rotativo vasco. Durante dos
temporadas, actuó a lo largo de la geografía
española junto a artistas como el « Dúo Dinámico ».
Los propios organizadores de La Vuelta ,
circos como el Price, el Italia o el Crown de Alemania en los que actuó de
manera esporádica, y artistas como el tanguista Carlos Acuña con el que compartió
giras le tentaron a dedicarse por entero al espectáculo. Incluso obtuvo el
preceptivo carnet profesional de artista mediante una prueba ante jurado
realizada en un salón de actos en San Sebastián, y con el tiempo fue nombrado
presidente provincial del gremio de artistas de « teatro, circo y
variedades ». Pero nunca renunció a su condición de empleado de banca que
le permitía subirse a la inagotable noria local de actuaciones benéficas y de
festejos auspiciados por sociedades gastronómicas, peñas, gremios, entidades y
colegios, en especial el de los Corazonistas en el que de joven llevó a cabo
estudios de Comercio.
Lo mismo se le podía ver a
« Zape » actuando a solas en la habitación de hospital de una niña
recién operada que haciendo las veces de presentador de veladas de boxeo,
demostrando así que era ducho en golpes, no sólo de humor, sino también reales,
como cuando en el Sanatorio de Leza se cayó de la escalera de mano que
utilizaba para uno de sus celebrados números y, pese a haberse roto la muñeca,
seguir actuando. A pulso se ganó la atribución de la letanía “Causa de nuestra
alegría” en la Procesión de los Faroles.
De su vida activa como humorista,
« Zape » atesora placas conmemorativas, trofeos e infinidad de
recortes de prensa y de fotografías en blanco y negro que atestiguan de las
ganas de una sociedad por sustraerse a las dificultades cotidianas y dejarse
evadir por el humor, sin duda el rasgo humano más superfluo y a la vez
imprescindible que el propio « Zape » se atrevió a definir en uno de
sus pocos momentos de seriedad : « El humor es el arte retrospectivo
del yo sensible, imaginado abstractamente bajo la dinámica trascendental del
equilibrio metafísico ».
A medida que la televisión atrincheraba a
los vitorianos en sus casas, que los aparatos de radio abandonaban los cuartos
de estar y que las posibilidades de ocio se multiplicaban, « Zape » se
reconvirtió en humorista de la « BBC » (por « bodas, bautizos y
comuniones »), sin renunciar por ello al escenario permanente de la calle
con su proverbial « ¡Se vive ! » a guisa de saludo y siempre dispuesto a arrancar una carcajada a
quien, entre pote y pote o a pie de acera, le solicite un chiste mediante la
fórmula infalible de: «¡Zape, el último ! »
Su hermano mayor, Joaquín Jiménez Martínez,
medalla de oro de la ciudad, es
también un personaje famoso, aunque por motivos
más serios, como el protocolo de la Diputación Foral de Álava, del que fue
responsable, y sus escritos y disertaciones sobre temática alavesa.
« Zape » se casó en 1953 con
Manolita Fraile Bermejo con quien tiene dos hijos, su particular dúo dinámico :
Manuel, químico, y Ramón, periodista y funcionario europeo.
Testua: Ramon Jimenez Fraile
Argazkiak: Jimenez sendia eta Urrezko Zeledonak
Argazkiak: Jimenez sendia eta Urrezko Zeledonak
VER / IKUS
http://zapesevive.com
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