sábado, 6 de agosto de 2016

CIEN AÑOS DE LA CALLE DATO

La cuadrilla gasteiztarra Belakiak acaba de editar una revista con motivo de las fiestas de la Virgen Blanca, en la que incluye artículos de interés relacionados con la historia de la capital. Entre esos escritos se encuentran dos cuyos autores están relacionados directamente con nuestra Institución.

Eduardo Valle y Jose Mari Bastida "Txapi" firman sendos artículos, y en esta columna de hoy queremos reproducir el que ha desarrollado nuestro secretario.

Gracias a Eduardo y, por supuesto, a la cuadrilla Belakiak.

Belakiak Gasteizko kuadrilak aldizkari bat argitaratu berri du, Andra Mari Zuriaren jaiak direla eta. Bertan intereseko artikuluak irakur daitezke, Arabako hiriburuaren historiarekin erlazionatuta. Eta guri dagozkigunak badira bi idazki, Erakundearen bi kidek izenpetuta.

Eduardo Valle eta Jose Mari Bastida "Txapi" artikulu bana sinatu dituzte eta gaurkoan gure idazkariarena eskaini nahi diogu irakurleari. 

Eskerrik asko Eduardo eta, noski, Belakiak kuadrilari.


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La  que durante años había sido la calle de la Estación se convirtió en calle de Eduardo Dato por acuerdo del ayuntamiento de doce de julio de 1916. Hace cien años. Sí, esa calle referencia de Vitoria que por intereses particulares nació desviada de su alineación lógica, que era la unión de la estación de ferrocarril con la salida sur de la Plaza Nueva diseñada por Olaguíbel. 

Eduardo Valle Pinedo
Eduardo Dato, aunque nacido en La Coruña, tenía raíces alavesas por parte de su madre. No sé si por eso, o por qué, pero el caso es que fue elegido diputado a cortes por el distrito de Vitoria en numerosas ocasiones. Y desde su escaño de parlamentario o desde su puesto en el gobierno facilitó la consecución de unas cuantas mejoras para la ciudad. Fue asesinado en Madrid en 1921.

Enrique Ortiz de Zárate, antiguo diputado carlista  por Vitoria, vecino de Madrid, envió al alcalde de Vitoria del momento, Guillermo Elío, una instancia en la que ponderaba «tantas, tan señaladas y tan constantes» pruebas del afecto que por nuestra ciudad sentía Eduardo Dato. Y por ello, solicitaba que se diese su nombre a la hasta entonces llamada calle de la Estación, nombre que «aparece vulgar e inexpresivo», según el caballero proponente.

Calle de la estación, 1910. Hoy Calle Dato
El ayuntamiento aprobó el cambio de denominación en la sesión del citado doce de julio con un voto en contra, el del concejal socialista Primitivo Herrero, quien hizo constar «que votaba en contra por entender que el señor Dato no había dado nada a Vitoria y por ser partidario de que los pueblos se levanten por el esfuerzo propio y no por el favor», según reza el acta municipal. Todo un alegato contra el clientelismo político ligado al “datismo” y analizado a fondo posteriormente por historiadores locales. Por cierto, del voto en contra mencionado se hizo eco Heraldo Alavés, periódico de derechas y poco o nada entusiasta de Dato. Sin embargo, el otro diario de la ciudad, La Libertad, propagador de las bondades de la Alianza Patriótica Alavesa,” seudopartido” formado en torno al político coruñés, se permitió el lujo de “informar” de que la aprobación del cambio de nombre se hizo por unanimidad e, incluso, omitió el nombre del concejal  contrario a la modificación en la relación de los ediles presentes en la sesión aprobatoria. Hay que decir que el señor Herrero fue asesinado en Vitoria en septiembre de 1936, nada más comenzada la guerra civil, y que una calle de esta ciudad lleva su nombre desde el año 2011.

Nada más conocerse la aprobación del cambio de denominación, se creó una comisión de vecinos y comerciantes de la céntrica calle a fin de poner en marcha una suscripción popular para sufragar la placa que habría de instalarse e inaugurarse en el transcurso de las cercanas fiestas de La Blanca. Por fin, el día cuatro de agosto, a las cinco de la tarde, se descubrió la lápida fabricada en el taller de Román Goicoechea que todavía hoy podemos contemplar. Quedó colocada en el edificio del Gran Café Universal, en la entrada de la calle, sede del Banco de Vitoria durante muchos años.

Eduardo Dato
La calle Dato estrenaba nombre y eran fiestas de Vitoria. Y dentro de las fiestas locales, solapándose con ellas, se anunciaban las fiestas de la vecindad de Postas, Dato y General Álava con música, baile, balcones engalanados, escaparates lujosos, carreras y chocolate para los chavales. Todo con la idea de organizar año tras año una fiesta de vecindad como las que se celebraban en muchas calles de la ciudad, pero a lo grande, marcando diferencias como correspondía a una calle de la importancia de la de Dato. Vano intento porque, en los años siguientes, el programa se limitó a un acto religioso en San Miguel. Nunca llegó a cuajar esta celebración callejera, diluida en las fiestas de la Blanca, mientras otras vecindades repartidas por toda la ciudad seguían organizando —y seguirían organizando durante muchos años después— festejos humildes pero auténticamente populares.

Estos fueron los comienzos de nuestra calle Dato, Nuestra porque de todos los gasteiztarras es y a todos pertenece. Tuvo sus dos aceras, la “del duro” y la “de la peseta” —distinción felizmente olvidada—, con sus cafés antañones, con sus paseantes buscando el encuentro deseado. Presenció durante muchos años la vuelta de Olárizu de la comitiva municipal a caballo. Se volvió chic y albergó elegantes cafeterías. Se convirtió en peatonal salvo en su último tramo y se pobló de magnolios en los primeros años ochenta generando algo tan nuestro como es el desacuerdo y la polémica. En la actualidad la vemos luchando por seguir siendo el referente urbano de nuestra ciudad.

Mientras se dilucida su papel en el centro de la ciudad, en unos pocos días, los blusas y neskas la tomarán de nuevo al asalto.

Fotografías: Wikipedia, JMVM





                                                                                                                       

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