sábado, 1 de marzo de 2025

TRAS LAS HUELLAS DE ÁLAVA EN LAS CALLES DE MADRID. De Chamberí a Ayala, pasando por El Viso (III)

 Eduardo Madinaveitia bazkideak bere hirugarren ekarpena bidali digu, arabar kutsua duten Madrilgo kaleen gaineko zertzelada interesgarrieki. Eskerrik asko Eduardo!

El socio Eduardo Madinaveitia nos ofrece la tercera entrega de una serie en la que se nos presentan calles madrileñas con connotaciones alavesas. Muchas gracias, Eduardo

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Este tercer paseo es algo más largo que los anteriores, pero se puede hacer en menos de dos horas y en el peor de los casos coger un autobús.

Empezaremos nuestro recorrido muy cerca de donde, hace unos meses, terminamos el primero. En los dos casos en las proximidades de la calle, de resonancias vitorianas, de Eduardo Dato.

Fundación Marañón-Ortega 

En esta ocasión nos situamos en la calle de Fortuny. En su número 57 está la actual Fundación Marañón-Ortega, donde se edita la Revista de Occidente y en la que suele haber diferentes exposiciones y presentaciones. Su relación con Álava se remonta a la segunda década del siglo XX, cuando la vitoriana María de Maeztu puso en marcha la Residencia de Señoritas, que promovía la educación universitaria entre las mujeres y la dirigió entre 1915 y 1936. Tras el asesinato de su hermano Ramiro vio que su vida en Madrid se complicaba, pese a estar más próxima a las posturas republicanas y partió para un exilio del que no regresaría: primero a Estados Unidos y finalmente a Argentina, donde murió en 1948.

Verja Fundación Marañón-Ortega 

No sólo el edificio es singular; también lo es la verja que da a la calle de Fortuny. El paseo en el que hice las fotos lo hice en invierno y en la foto se pueden apreciar los gruesos troncos abrazados a los hierros de la verja. Pero el mejor momento para verlo es la primavera; los troncos son de glicinias y merece ver el estallido de color violeta de los racimos de esas flores que se produce en esa época.

De aquí nos dirigiremos dando un paseo hacia la calle de Serrano. Hay que cruzar el Paseo de la Castellana y yo suelo hacerlo por el puente que une las calles de Eduardo Dato y Juan Bravo. Así evito esperar en los semáforos. El día que hice este paseo había una carrera y se podía ver el paseo sin coches. Todo un espectáculo.  

Paseo de la Castellana

Otra opción es cruzar un poco más al norte y subir hacia Serrano por la calle de Pedro de Valdivia, donde entraríamos ya en contacto con la colonia de El Viso, de la que hablaremos luego. En esta calle está la embajada de Pakistán, rodeada de coloridas vistas de ese país. En la esquina con la calle Pinar encontramos el Restaurante Zalacaín, de resonancias barojianas y uno de los más famosos de Madrid.

Una vez llegados a la calle de Serrano, por uno u otro camino, giraremos a la izquierda y avanzaremos hasta encontrarnos a la derecha con la calle dedicada al pueblo alavés de Oquendo. En esa calle estuvo durante muchos años la sede de Antena 3 de Radio (y en sus primeros años también de Televisión). Me trae buenos recuerdos porque en los inicios de las cadenas privadas, cuando yo aún trabajaba en RTVE, me llamaron para hacerme una oferta de trabajo en la cadena naciente. Aunque nunca se concretó, me hizo ilusión.

Si seguimos avanzando por la calle de Serrano en la acera de la izquierda nos encontramos con el Instituto Ramiro de Maeztu, dedicado al escritor vitoriano, hermano de María, que tras una trayectoria intelectual complicada (de noventayochista, a fabiano, hasta diputado de la derechista Acción Española) tuvo un triste final durante la Guerra Civil, fusilado en los primeros meses de la contienda por milicianos izquierdistas.

Instituto Ramiro de Maeztu

Ya he comentado en otras ocasiones que yo fui alumno del Instituto Ramiro de Maeztu de Vitoria, donde daban clase mi padre y mis tíos Eduardo y Merche. En el de Madrid estudió mi primo José Ignacio Pitillas, vitoriano y reputado traumatólogo en la capital. También estudiaron aquí muchos famosos, entre ellos la Reina Leticia, y alguno de mis mejores amigos.

El Ramiro es la sede del equipo de baloncesto Estudiantes, uno de los grandes a lo largo de los años. Cuando llegué a Madrid, a finales de los sesenta, yo era muy aficionado al baloncesto y fui en algunas ocasiones a ver jugar allí, en pabellón Magariños, al equipo de Vitoria, que en aquellos años creo que era el Kas.

Si seguimos avanzando por Serrano, una vez cruzada la Plaza de la República Argentina, ya estaremos de lleno en la Colonia de El Viso.

La Colonia de El Viso, es un ejemplo de la arquitectura racionalista madrileña. Se construyó en los últimos años de la Segunda República, proyectada por el arquitecto Rafael Bergamín, con la colaboración de Luis Felipe Vivanco.

En El Viso casi todas las calles tienen nombres de ríos, pero no he encontrado ni en esa zona ni en el resto de en Madrid ninguna dedicada a los ríos Zadorra, Bayas u Omecillo, tan alaveses, así que me tuve que conformar con otros tres que tienen contacto con la provincia.


El primero que encontramos, a la derecha de la calle Serrano, es el Nervión. Siempre recuerdo la impresión que me causó la primera vez que me llevó mi padre a ver el salto del Nervión. La última, en las navidades de hace dos años, cuando fui a enseñárselo a mis hijos y mi nieto, no tenía agua. Sigue siendo muy impresionante, pero no es lo mismo

El Nervión, aparte de su nacimiento, tiene una parte de su recorrido por Álava, antes de desembocar en el Cantábrico por la Ría de Bilbao.

Colonia El Viso

Colonia El Viso











La calle del Nervión tiene algunos edificios que recuerdan el carácter que en su momento debió de tener la colonia de El Viso. Desde una de sus esquinas se puede ver la iglesia de Santa Gema, que reúne a lo largo del año a muchos devotos de la Santa, muy popular a mediados del siglo pasado. 

Iglesia de Santa Gema

No tenemos que andar mucho para encontrar la calle del Ebro. Uno de los ríos más grandes de España sólo consiguió ser representado por una calle muy corta y sin edificios singulares que visitar.

Calle del Ebro

Recuerdo que, siendo yo un adolescente, pesqué en el tramo alavés del río Ebro, bajo la presa de Sobrón, la trucha más grande que cogí en toda mi vida de pescador. Circulaba por casa de mis padres una foto en la que estoy, junto a mi hermana Ana, entonces una niña de unos cuatro años, sujetando una trucha que parece más grande que ella.  

El autor del artículo, Eduardo, con su trucha y su hermana Ana

Aquella trucha y la manera de pescarla pasaron a formar parte de la leyenda entre mi padre y sus amigos (Andrés Posada, Cecilio Aldecoa, José Ignacio Ibarra, …). Habíamos empezado la jornada en el Omecillo y llevábamos sedales muy finos, de acuerdo con el tamaño que se esperaba de los peces que se podían pescar allí. Pero el río bajaba muy revuelto, algo inadecuado para pescar con cucharilla (lo de “a río revuelto, ganancia de pescadores”, no se aplicaba allí). Cuando, ya en el Ebro, enganché una trucha, que desde el primer momento se veía enorme, todos pensaron que rompería el hilo con sus tirones. Pero conseguimos dominarla, como se puede ver en la foto.


Tampoco tiene especial interés la calle dedicada al otro río alavés, el Ega. En el Ega, en la zona de Campezo pescábamos muchos cangrejos también en aquella época de mi, casi, infancia. Cuando era muy pequeño pasamos unos días en Santa Cruz en casa de unos amigos de mis padres. Por aquellas fechas habían hecho una piscina en el río, una de las primeras fluviales que hubo en Álava.

Aquí termina la visita a la Colonia de El Viso, pero no el paseo. Nos acercaremos, calle Serrano abajo, hasta la calle de Ayala.

La distancia no es muy grande y es cuesta abajo, pero si estamos cansados podemos tomar alguno de los autobuses que bajan por la propia calle Serrano.

El valle de Ayala y el Canciller Ayala nos vienen enseguida a la mente. En la última excursión a nuestra tierra visitamos Quejana, la tierra de los señores de Ayala. Era domingo y la Torre y el convento estaban cerrados. Me desilusionó un poco: mis recuerdos de adolescencia me traían unos monumentos mucho más espectaculares que los que estaba viendo y quería, y no podía, enseñar a mi familia. 

Torre de Quejana

La calle de Ayala, en pleno barrio de Salamanca, uno de los más exclusivos de Madrid, tiene muchos edificios notables.

Colegio de El Pilar

El colegio de El Pilar se sitúa en un impresionante edificio de estilo neogótico.  Es un colegio siempre asociado a los marianistas (también en los marianistas de Vitoria dieron clase mi padre y el tío Eduardo). Aquí se han formado algunas de las figuras más importantes de la política y la empresa en Madrid.

Colegio de Loreto

También tiene fachada a la calle Ayala el colegio de Loreto, que nos encontramos justo enfrente del anterior, nada más cruzar la calle del Príncipe de Vergara. En este caso nos encontramos ante un edificio de ladrillo visto, de estilo entre neogótico y neomudéjar, como tantos otros de esa época, finales del siglo XIX, en Madrid.

No son los únicos edificios singulares en la calle de Ayala. En el número 63, en la esquina con la calle del General Porlier, encontramos un edificio de estilo modernista, construido por el arquitecto Francisco Pérez de los Cobos para José María de Antonio. Tanto sus miradores como su ventana circular con columnas a los lados son dignos de ver. En realidad, toda la calle merece una atención especial.

Edificio modernista en calle Ayala

Con esto, ya un poco cansados, damos fin a este nuevo paseo.

Testua eta argazkiak: Eduardo Madinaveitia. 

Mis paseos por Madrid


ENTREGAS ANTERIORES DE "MIS PASEOS POR MADRID"

TRASLAS HUELLAS DE ÁLAVA EN LAS CALLES DE MADRID. Un paseo por Chamberí (I)

TRAS LAS HUELLAS DE ÁLAVA EN LAS CALLES DE MADRID. Un paseo por el centro (II)


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