viernes, 30 de diciembre de 2016

MARCOS SAGASTI

Texto leído por Josemari Velez de Mendizabal en el homenaje al maestro que fue de Agurain-Salvatierra, celebrado el 18 de diciembre de 2016, con motivo del centenario de su fallecimiento.
Testu hau 2016ko abenduaren 18an irakurri zuen Josemari Velez de Merndizabalek, Marcos Sagasti zen maisuari Agurainen egindako omenaldian, hil zeneko lehen mendeurrena burutu zela.
 


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Marcos Sagasti
Ohorea izateaz gain erantzukizun handia da niretzat Marcos Sagastiren gain berba egitea zuen guztion aurrean. Nire aitona zenak, aguraindar peto petoa, askoz hobeto egingo zuen, Sagastiren ikaslea izan baitzen eta gainera bere biografoa, 1916an Arabako Foru Aldundiak argitaratutako liburuxka batekin (1). Biengatik onartu nuen gaurko ekitaldi honetan esku hartzea.

De mi abuelo Jose María Azkarraga tuve siendo yo un crío la primera noticia de Marcos Sagasti. Solía contar aquél que en vísperas del día de San Nicolás ensayaban en la escuela la copla petitoria que se canta en ese día, y que cuando Don Marcos oía pronunciar "...semos escolanos del glorioso San Nicolás"  repetía todos los años, con infinita paciencia: "no se dice semos, se dice somos" A mí se me quedó grabada esa frase, y cada vez que la recuerdo me viene a la mente la figura de Marcos Sagasti.

Anécdotas aparte, y motivado porque mi disertación ha de ser muy breve, he de remarcar que Sagasti fue un maestro que marcó escuela, que creó escuela. Que es, a mi modo de ver, el mejor calificativo que se le puede dar a un maestro. Crear escuela no es una asignatura fácil, ni mucho menos. Requiere de unas cualidades muy especiales, siendo la fundamental la de ser un auténtico maestro; un maestro enamorado de lo que está haciendo, enamorado de su oficio, enamorado de su entorno, enamorado de sus alumnos. La vocación ha de superar al oficio. Se puede ser maestro sin vocación, pero nunca se creará escuela sin ese impulso supramaterial, indefinible, que guía los pasos de la persona convencida de su destino en la docencia.
Marcos Sagasti estuvo convencido desde que era aún un niño de que su puesto en esta vida era el de hacerse cargo de la primera educación de sus alumnos. Una primera fase educativa que va a marcar, en la mayoría de los casos, el rumbo de la persona. Es en ese período de nuestras vidas cuando se nos marca y orienta por el camino a avanzar.

José María Azkarraga
José Marcos Sagasti Pérez de Mendiola nació en Ullibarri Arana, el 7 de octubre de 1839. Sus padres fueron Diego y Apolonia o Polonia, sencillos  labradores y ambos naturales de la misma localidad. No deja de ser curioso que hayan transcurrido desde entonces ciento setenta y siete años y que su figura nos resulte aún tan fresca. Seguramente porque no ha sido muy manida.

Tenía doce años cuando un tío suyo, a la sazón cura en aquel pueblito, viendo la progresión en los estudios elementales del sobrino recomendó a los padres que Marcos estudiara la gramática latina.  Pero he aquí que en Ullibarri Arana quedó libre la plaza de maestro y el ayuntamiento pidió al chavalín que ocupara interinamente aquélla, hasta que se nombrara oficial sustituto. Así lo hizo durante seis meses.
Y de manera interina, sin poder dar opción satisfactoria a su vocación para el magisterio, ejerció desde 1853 hasta 1858 en localidades como Atauri y Onraita. Con diecinueve años pasó a Bilbao, de pasante en un colegio, donde siguió sin encontrar la manera de incorporarse a su auténtica vocación. Y decidido a dar debida respuesta a la llamada de lo que antes he definido como impulso supramaterial indefinible, se matricula en la Escuela Normal Superior de Maestros de Vitoria, en el curso 1860-1861.
De manera inmediata dio muestra de sus aptitudes (y actitud) para la enseñanza. En su segundo curso en la Escuela fue elegido para dar clases a alumnos de primer año. Y con fecha de 23 de octubre de 1862, estando matriculado para el tercer curso, el Ministerio de Fomento expidió el título que acreditaba a Marcos Sagasti como maestro elemental. En la apertura de aquel tercer curso se leyó un memorándum en el que se decía: “Merece particular mención el alumno D. José Marcos de Sagasti, que con un regular talento y una aplicación constante ha obtenido la nota de sobresaliente en todas las asignaturas que ha cursado”

Estamos en junio de 1863 y, nada más terminar Sagasti la carrera, se convocaron oposiciones para los pueblos de Salvatierra, Llodio y Elciego. Como se sabe, el cargo de maestro dependía del Ayuntamiento, y reunida la comisión municipal aguraindarra para valorar las candidaturas presentadas falló el segundo lugar a favor de Marcos Sagasti, el cual se vio beneficiado por la renuncia de quien había quedado en primer lugar. Por lo tanto, ya tenemos nuevo maestro municipal en Salvatierra, que cobrará la cantidad de 900 pesetas de dotación fija, más casa y 200 pesetas de retribución.

Don Marcos Sagasti tomó posesión de su puesto de responsable máximo de la educación elemental en esta villa el 1º de enero de 1864… Y no cesaría en su labor activa hasta el 31 de marzo de 1906. Es decir, cuarenta y dos años largos de servicios.
Escribe mi abuelo José Maria Azkarraga en el libro dedicado a D. Marcos, “ Cuarenta y dos años y tres meses sin que haya dispuesto de quince días de vacaciones, de esparcimiento… Solo ese mártir de la enseñanza ha sido capaz de sostener tan grave peso… Aquí está reflejado ese don admirable de virtud, altruismo, de bondad y de nobleza de sentimientos, que tanto adornan al señor Sagasti”

Marcos Sagasti,
1916ko omenaldiko egunean
El 31 de diciembre de 1864 contrajo matrimonio con la aguraindarra Pantaleona Lorenza Perez de Landazabal Uralde, habiendo tenido el matrimonio amplia descendencia.

Aspectos académicos y méritos de Marcos Sagasti

Pertsonaren merituak ez dira nork berak bere buruari eskainitakoak baizik eta haren inguruan dabiltzanek emandako balorazioaren ildotik datozenak. Marcos Sagastiren kasuan ere hala da. Areago, Aguraingo maisu handi horren gisako nortasun apaletik nekez ondoriozta daiteke ezer subjektuaren nortasun eta merituak behar bezala neurtzeko.

Voy a leer un pequeño extracto de un artículo que el escritor Ricardo Becerro de Bengoa publicó en la Revista de las Provincias Eúskaras – de Fermin Herrán- en 1879, tras su paso por Salvatierra o Agurain, como él lo recuerda y que ya lo recoge en su librito Jose María Azkarraga:

“Encontré a la villa de enhorabuena con el maestro que tiene. Si la regeneración de nuestra patria (2) ha de salir de la escuela, la antigua Agurain, la pacífia Salvatierra, está dando ya con abundancia su contingente de hijos regenerados. Aquellos niños que solicitan de sus madres con insistencia todas las mañanas que los avisen pronto para ir a la escuela…Asistí con el corazón lleno de gozo al acto de los exámenes, verdadera fiesta, humilde en las apariencias, pero superior a todas las que la villa pueda celebrar por su alta y significativa trascendencia. Envío a Salvatierra mis plácemes y al entusiasta maestro D. Marcos Sagasti mi felicitación más cumplida”

Había sido una auténtica prueba contra reloj la que Sagasti asumió en orden a hacer posible que el colectivo infantil tuviera una regeneración básica en su formación. Narra José María Azkarraga que el nuevo maestro se encontró con una escuela abandonada en el más amplio sentido de la palabra, es decir tanto material como moralmente. Pero aquél no escatimó ni un ápice de su capacidad, y supo poquito a poquito darle la vuelta a la situación. Incluso financió de su bolsillo algún tipo de material para que los niños pudieran gozar de estímulo en sus estudios.

Pronto el pueblo de Agurain se dio cuenta de que habían acertado con la elección de maestro. Tal es así que en 1864 la Junta de Instrucción Pública de la Provincia le concedió la medalla de plata, por su celo en pro de la enseñanza. No llevaba aún un año como maestro municipal.

Los chavales acuden más y más a la escuela y ya en 1865 el Inspector de educación considerada excesiva la matrícula de alumnos que atiende Sagasti. Con lo que el Ayuntamiento decide crear una plaza de pasante, con alumnos aventajados, para los que se habilitaría una antesala, como aula. Y ahí Marcos Sagasti mostró dotes de observador y tras unos pequeños fracasos a la hora de nombrar ayudantes que no mostraron aptitudes para la docencia, se decidió por Alejo Kintana Iturrospe, natural de Alangua/Agurain, y por Felix Arano Sáez de Adana, natural de Agurain. Arano era un poco mayor, con doce años.

Federico Luzuriaga, Felix Arano, Jose Maria Azkarraga,
1916ko omenaldian
Me van a permitir que haga una muy breve mención a Arano, a quien he analizado un poquito, en su trayectoria de maestro en Arrasate-Mondragón. Antes de llegar a las Escuelas Viteri de esta localidad, desde 1881 a 1902 había ejercido en Alsasua. A partir de este último año y hasta su jubilación en 1927 ejerció como maestro en esas escuelas arrasatearras, ejemplo singular de modelo educativo, donde Arano fue el alma mater.

Alejando Gali, gran pedagogo catalán de principios del XX, dice en uno de sus artículos:
“Es conocido Mondragón en todo el País Vasco—incluso Navarra—por su fundación escolar Viteri, filántropo vasco, constructor de escuelas; y por el maestro de la fundación don Félix Arano, que se ha significado hace ya años en la enseñanza perfecta del cálculo mental y de toda la aritmética primaria.

Tiene D. Félix Arano ciento cuatro niños matriculados, de los que no faltan a clase arriba de un cinco por ciento. Están colocados los ciento y tantos niños en cuatro filas de bancos bipersonales, esperando con el mayor silencio las palabras del profesor…

Dice D. Félix Arano con orgullo, que alumnos que residen a una distancia de cinco kilómetros, si, por ejemplo, tienen alguna ocupación inexcusable por la mañana, se presentan a primera hora en la escuela, haciendo para ello sus cinco kilómetros de ida y cinco de vuelta, nada más que para presentar su trabajo, recoger los nuevos temas y ofrecer las oportunas excusas.

… Hemos podido cerciorarnos de que el maestro trabaja honradamente, que no explota al niño, que no hace uso de ningún ardid, que pone en su labor su corazón, sus sentidos, su vida toda y que se siente feliz”

Eso que dice Gali, Arano lo aprendió de su profesor Marcos Sagasti. Fue la primera lección que asimiló aquel chaval en su estancia junto a Sagasti: tienes que ser feliz para cumplir con tu obligación docente. Si no es así, el modelo fracasa y con él los alumnos corren serio peligro.

Luzuriaga hizlaria eta publikoa,
1916ko omenaldian
Por cierto, Felix Arano estuvo presente en el homenaje que se tributó a Marcos Sagasti el 25 de julio de 1916 por la tarde, y tuvo palabras laudatorias para el que fuera su maestro. En aquel acto, en el que se descubrió la estatua homenaje a Sagasti, hablaron así mismo Luis Azkarraga, tío abuelo mío y farmacéutico en Araia y Salvatierra y Federico Luzuriaga, director del Instituto de Oviedo, exalumnos del homenajeado. Tras una salutación del representante de la Diputación tomó la palabra el propio Marcos Sagasti para agradecer a los presentes y, fundamentalmente, a sus antiguos alumnos los momentos y las alegrías que le habían dedicado. Entresaco de su discurso:

“Yo  me  veo  rodeado  de  todos  vosotros  en  este día  solemne en  que  por  vuestras  atenciones  y  cariñosas  deferencias,  paréceme  que  me  hallo  en  familia,  como  cuando  un  padre  amante  se  rodea  de  sus hijos  amadísimos,  porque  lo  que  mis  ojos  ven  y  mis oídos  oyen,  y  siente y  conmueve  todo  mi  espíritu,  no cabe  ya  en  inteligencia  tan  pobre  como  la  mía,  ni hubiera  podido  jamás  fantasear  mi  pobre  imaginación.

Libro de José María Azkarraga
Es  obligación  mía,  como  de  todo  corazón  bien nacido,  responder  con  los  acentos  de  mi  eterna  gratitud  a  las  excelentísimas  Autoridades  provinciales que  se  han  dignado  adherirse  a  esta  manifestación; a  las  muy  ilustres  Autoridades  de  esta  noble  y  leal villa,  que  han  secundado  el  pensamiento  de  los  iniciadores  para  su  mayor  realce  y  honra;  a  la  Comisión  de  prestigiosos  e  incansables  jóvenes  formada para  dirigir y  organizar  estos  actos;  a  los  muy  elocuentes  oradores  que  me  han  precedido  en  el  uso  de la  palabra  y  a  toda  la  empresa  incoada  por  discípulos  que  se  constituyeron  en  poderosos  auxiliares;  es mi  deber  deciros  que  mi  reconocimiento  durará cuantos  fueren  los  días  que  me  restan  de  vida,  agradeciendo  todavía  más  que  el  don,  el  afecto  y  la  simpatía  y  buenos  recuerdos  que  reveláis  todos,  hasta los  discípulos  ausentes,  incluso  los  que  lo  fueron  en los  pueblos  en  que  ejercí  mi  profesión  antes  de  venir  a  esta  villa,  juntamente  con  todos  mis  queridos amigos  que  allegan  su  adhesión  con  su  presencia  y que  escuchan  ahora  mi  humildísima  palabra.

Mas  habéis  de  dispensarme  que  os  hable  con  sinceridad  y  llaneza;  os  habéis  excedido  a vosotros mismos  dejando  rebasar  los  afectos  de  vuestro  nobilísimo  corazón.  Este  pobre  anciano,  jamás  ha  contado alientos  para  escribir  su  nombre  a  la  altura  que  vosotros  lo  habéis  levantado.  La posteridad,  cuando  lea esas  inscripciones  y  rótulos,  os  bendiga  por  vuestros hidalgos  sentimientos;  en  tanto,  Dios  mío,  os  pido con  toda  mi  alma que  después  que  conduzcan  mis restos  al  sepulcro,  con  tal  que acojáis  mi  alma  en vuestro  seno,  se  cumpla  en  mi  vuestra inspirada  sentencia:  Desapareció  su  memoria  de los  hombres  con el  sonido  de  la  campana”

Las crónicas dicen que asistieron 7.000 personas – un poco exagerado se me antoja-  pero de lo que no tengo duda es de que a continuación se reunieron en la Casa Consistorial unas 80 personas, incluidos organizadores y sacerdotes, para el correspondiente banquete.

Me voy a atrever a decir algo sobre la estatua erigida en honor de Marcos Sagasti, o más bien, sobre el lema que se lee en aquél. Se trata de la frase, “Virtus parit honorem” Da la casualidad de que en la fachada de una casa palacio del siglo XVI en Mondragón, la de los Bañez de Artazubiaga, se lee "Solus labor parit virtutem; sola virtus parit honorem"  ¿Sería Arano el que propuso eso de que la virtud pare honor? Tiene toda la pinta de que así fuera.

Obviamente, a nadie le amarga un dulce y suelen ser muy bien recibidos los premios y distinciones que se nos hacen a lo largo de la trayectoria laboral o extralaboral. Pienso, porque era humano, que a Marcos Sagasti le pasaría algo semejante, y que los galardones y gratificaciones materiales que vino recibiendo en vida le alegraron el día a día. Por ejemplo, La Gaceta de Madrid (el BOE de la época) recogía el 5 de mayo de 1893:  Se le ha remitido el nombramiento de Caballero de la Orden de Isabel la Católica á D. Marcos Sagasti, Maestro de Salvatierra (Álava)” Se trataba de uno de los reconocimientos honoríficos más sobresalientes que un abnegado profesional de la enseñanza podía recibir.

Pero todos los premios y condecoraciones quedan atrás cuando se escuchan palabras de quienes te rodean diciéndote, como le dijeron a Marcos Sagasti, Don Marcos, aquel día de su homenaje en su Agurain adoptiva: “Formaste hijos honrados, diste hombres ilustres a la sociedad y ciudadanos útiles para la patria; por eso eres acreedor al respeto y veneración, al homenaje sencillo que te ofrecemos”

En cuarenta y dos años largos fueron más de dos mil alumnos los que pasaron por sus aulas, a los que ofreció una media de diez horas diarias de docencia. Se jubiló de su profesión el primero de marzo de 1906. Hasta su muerte en 1916 aún le quedaron otros diez años para, como escribía José María Azkarraga, “descansar en el seno de la familia, entretenerse en sus aficiones o prácticas de consumado horticultor, sin dejar de fijar su mirada en la escuela, pensando en las juventudes educadas, sin olvidar que la escuela debe absorber toda la atención de los pueblos, si quieren estos ser cultos y dichosos


(1)        Biografía de D. José Marcos Sagasti y Pérez de Mendiola” (D. José María de Azcárraga. 1916. Imprenta provincial)

(2)        Hay que tener en cuenta que el país estaba saliendo de la segunda carlistada, que como lo define mi abuelo en el libro biografía-homenaje a Don Marco fueron “días aciagos para el desgraciado pueblo vasco”

















1 comentario:

  1. Interesante entrada relativa a Marcos Sagasti y, a su vez, emotiva reflexión sobre el magisterio y la vocación docente en las escuelas rurales. Creo que a día de hoy no se ha valorado suficientemente el gran trabajo que realizaron los/as maestros/as a lo largo de las escuelas de nuestra geografía. Benetan sarrera ederra!!! Bejondezuela Josemari Velez de Mendizabal!

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