miércoles, 4 de marzo de 2020

BÉLGICA Y LOS ALIADOS


 

Eduardo Valle Urrezko Zeledonen bazkideak beste gai interesgarri bat dakarkigu, kale izenei buruzkoa. Beti izan da arriskutsua arlo politikotik izenak ezartzea et oraingo honetan ikusiko dugun bezala, Gasteizen saltsa maltsa bertsuan ari ziren duela ehun urte. Eskerrik asko Eduardo zure ekarpenarengatik.


Eduardo Valle, socio de Celedones de Oro, vuelve a aparecer en este nuestro rincón, con un tema que no deja de tener actualidad aun a pesar del paso del tiempo. Es que la afición por poner nombres a las calles de cualquier población no deja de ser peligrosa, siempre. Gracias, Eduardo, por tu aportación. 

"Por fin, después de cuatro infaustos años, llegó la paz. A finales de 1918 se firmó el armisticio con Alemania y se dio por terminada la Primera Guerra Mundial. Como pasa siempre, los partidarios de los países vencedores aplaudían y los germanófilos se callaban y aguantaban el chaparrón de la mejor manera posible. Ah, lo de “vencedores”, mejor con comillas, teniendo en cuenta que buena parte de la vieja Europa había quedado para el arrastre tras la maldita contienda.

Pues bien, en Vitoria el final de la guerra sirvió también para alimentar la gresca política en el ayuntamiento, manifestada en la permanente diatriba entre los diarios de la época, La Libertad y Heraldo Alavés. O sea, como casi siempre.

Todo empezó con una moción del presidente de la Comisión de Empadronamiento, Ricardo Buesa. Dicha moción proponía el cambio de nombre de la Cuesta del Teatro, calle Barreras (actual Independencia), Oriente (actual Postas en su tramo de Fueros a Paz) y Mercado (actual Paz) por Cuesta del Banco de España, Sebastián Fernández (de Leceta “Dos
Pelos”), Aliados y Bélgica (salvo el tramo más cercano a Independencia, que seguiría titulándose Mercado), respectivamente. De los cuatro cambios, el primero concitó el acuerdo sin demasiados problemas. El segundo dio algo más de juego. Con los otros dos, la polémica estaba servida. Y es que la introducción en el callejero vitoriano de Bélgica y Aliados, tenía una carga política considerable.
El motivo que se aducía para la modificación era, en ambos casos, el feliz final de la guerra, si bien en el caso de la calle de los Aliados se añadía el deseo de que la alianza de los pueblos llevara a un nuevo orden internacional que desterrara el uso de la fuerza. Todo un brindis al sol, visto lo visto.
 
La moción fue aprobada el 25 de abril de 1919, hace ahora la friolera de ciento un años, con los votos en contra de los concejales de derecha y del integrista José Gabriel Guinea, quien se opuso a los cambios propugnando que Bélgica se sustituyera por La Paz. Incluso se mostró dispuesto a apoyar la opción de Once de Noviembre, aludiendo a la fecha del armisticio. En cuanto a la calle de los Aliados, dijo: «…existen iguales motivos para ponerle ese nombre que para llamarla calle de los Imperios Centrales». Como ya se ha dicho, la iniciativa siguió adelante entre mutuos reproches de partidarios y contrarios.

La verdad es que no parece que las nuevas denominaciones (Aliados y Bélgica) tuvieran mucho éxito entre la ciudadanía vitoriana. Durante bastante tiempo los anuncios del comercio de ambas vías hacían también referencia a sus antiguas denominaciones, más enraizados en la población. Años después, en 1925, Francisco Javier de Landáburu, a la sazón colaborador de Heraldo Alavés mantenía su disconformidad con las dos denominaciones: «…a hermosas y concurridas calles de nuestra ciudad se ha dado el nombre de gentes que ni nos van ni nos vienen».
 El mismísimo Tomás Alfaro, en su obra Una Ciudad Desencantada, muestra un cierto desdén hacia esas calles reconociendo «… que apenas recuerda uno dónde fueron».
  
El 11 de diciembre de 1929, diez años después, desaparecían los nombres de las dos vías. El alcalde, Guillermo Montoya, propuso que la calle Bélgica pasara a titularse Paz — ¿un guiño a la sugerencia de José Gabriel Guinea?—. En cuanto a la de Aliados, quedó incluida en la de Postas, con toda la lógica del mundo, dicho sea de paso. Y aprovechó la ocasión para indicar que los dos nombres de marras representan «… respetables simpatías e inclinaciones, mejor para sentirlas individualmente que para ser exteriorizadas de un modo oficial…». 

En fin, es lo que tiene bautizar calles. Por cierto, la calle Aliados tuvo un ilustre vecino. Allí nació, en el número 6, el gran escritor vitoriano Ignacio Aldecoa Isasi un 24 de julio de 1925. Cincuenta y un años se cumplen el próximo 15 de noviembre de su fallecimiento. Ciento y uno, del “nacimiento” de su calle"

Testua eta argazkiak: Eduardo Valle

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